viernes, diciembre 15, 2006

Yo fui panista



Tenía sólo 15 años y seguía fielmente al Maquío Clouthier por las colonias de la panista ciudad de San Nicolás de los Garza.

Mi papá me llevó a la edad de 12 años a las manifestaciones de Canales Clariond cuando el exregente del D.F. durante las matanzas de estudiantes y jefe de los Halcones, Alfonso Martínez Domínguez, era el siniestro gobernador de Nuevo León y se robó las elecciones para entregarle la gubernatura al mediocre, gris e inepto Jorge Treviño Martínez.

En ese entonces, el PAN era el partido de mucha gente del pueblo. Herminio Gómez entre otros luchadores sociales, gente que buscaba justicia e igualdad, eran comunes entre las filas de simpatizantes del PAN.

Era el partido de la gente con principios e ideales. Al menos en el norte de la república, la izquierda era un ente amorfo sin penetración entre las clases medias. Todavía lo es, creo yo.


Pancarta hecha con pantalones de mezclilla viejos que cosí para que quedara una pieza. La frase es sólo la consecuencia lógica. Aparece mi mano y la de un cuate de Sinaloa de nombre Jorge, que en aquel tiempo estudiaba en Matemáticas de la UANL.



Incluso, muchos izquierdistas se aliaron al esfuerzo del PAN para ganar posiciones políticas. Recuardo a un jóven universitario, muy apasionado a la causa. Aunque su rebeldía y coraje no eran muy bien vistos por los dirigentes del comité municipal, aún así tenía cabida. Bueno, pues él me roló por primera vez el libro de Elena Poniatovska La Noche de Tlatelolco, así como me platicaba de la represión a que ellos mismos eran sometidos, el fraude electoral, los abusos y las mentiras del prigobierno.


Cartel que llevé a un mítin en las Arboledas de la colonia Las Puentes, a donde el Maquío llegó en su casa rodante llamada "el Chamaquío", desde donde me lo autografíó.


Caminatas, pintas, plantones, bloqueos de carreteras, protestas, manifestaciones, panfletos, gritos, porras, rechiflas, mentadas.

No, no estoy hablando de los "violentos" perredistas.

Estoy hablando de mexicanos que luchaban por mejorar a su país, que lo querían transformar porque estaban hartos, y en aquellos tiempos veían en el PAN la única alternativa para lograrlo. Apoyar a un empresario ricachón, ex dirigente del CCE. A quien sea, nomás que tumbara al PRI. Los del PRI se robaron las elecciones una y otra vez.


En aquellos tiempos las víctimas eran los panistas


La decepción.
Llegó mucho antes de que el PAN ganara al poder.

Como jóven motivado, con ideas, ávido de hacer aportaciones a esa lucha por la democracia, me topé con... el aparato burocrático interno del PAN. Por lo general, mis ideas no eran escuchadas. Cuando sí me hacían caso, las ponían en práctica pero jamás me daban crédito por ello. Era siempre más importante manejar un presupuesto, quedar bien con los proveedores, cuidar la contabilidad, facturas, recibos, gastos, ingresos. Las ideas eran lo de menos, pues de eso se debían encargar los del Comité Estatal, aunque costara una lana. Como incipiente diseñador, rotulista, caricaturista, etc. sabía que tenía mucho qué ofrecer, gratis y mejor que lo que les enviaban a ellos, campañas genéricas sin gracia. Perdedoras. Luego me dí cuenta de que la derrota era parte del juego. Es decir, la derrota estaba programada. "Si perdemos ésta, nos dan ésta otra y nos dejan esto también". Ese tipo de cosas comencé a escuchar, sin dar crédito al principio, con profundo dolor después.

A la par, comenzó el maltrato a panistas que yo admiraba, entre otros, el mismo Herminio Gómez y Javier Livas. Poco tiempo pasó para que yo no tuviera nada qué hacer en el Comité. Fuera de cargar cajas con refrescos o repartir volantes durante los eventos, no había incentivos para continuar. No se podía hablar de política con nadie, porque o nadie sabía, o retorcían los argumentos o no tenían tiempo. No había un café o un espacio para el diálogo, la participación ideológica, el debate. Vaya, ni siquiera había en el Comité algunos libros con la historia política, del PAN, de México, de lo que fuera. Cuando pedí un documento con los principios del partido me dieron un folleto deshojado que estaba arrinconado. Mala redacción, contenido aburrido y datos dispersos. No había más allá. El partido era una agrupación hueca, sin fundamentos. Entregada a la concertacesión.
No volví a ir y a nadie le preocupó el hecho. Ni una llamada. Snif!



La muerte del Maquío, Manuel de Jesús Clouthier fue un duro golpe.



Esa fue mi historia con el PAN.

Desde 1998 no me considero simpatizante de esa agrupación política.
Desde entonces puedo apreciar mejor los "detallitos" de ese partido. Por eso ahora que sufro como ciudadano mexicano las torpezas, los abusos, las mentiras, el robo y el fraude perpetrado por los panistas en el poder, y encima, cínicos e hipócritas dirigen infamias contra los que no estamos de acuerdo y nos oponemos, no puedo mas que ponerlos en el mismo lugar que tengo al putrefacto PRI. Qué miedo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

La historia que cuentas es la misma de todos los partidos. No sé si para bien o para mal, la sociedad civil organizada está rebasando los partidos, porque se centran en su burocracia, en lugar de centrarse en lograr sus ideales. Un saludo.

Anónimo dijo...

La historia que cuentas es la misma de todos los partidos. No sé si para bien o para mal, la sociedad civil organizada está rebasando los partidos, porque se centran en su burocracia, en lugar de centrarse en lograr sus ideales. Un saludo.

Anónimo dijo...

Te habia mandado un comentario bien a todo dar y se me borro.

Mil felicidades.