sábado, enero 05, 2008

Carmen Aristegui

Joaquín Sabina en su canción 100 razones nos ennumera las cosas por las cuales vale la pena vivir.

En mi lista de razones va incluída la voz, la inteligencia y la integridad de la periodista mexicana Carmen Aristegui.

Desde los días de Imevisión, su presencia era agradable y profesional, pero en la medida que fue madurando su estilo ante el micrófono, sorprendió con su inusual claridad e independencia.

No pretende ésta ser una semblanza de la carrera de Aristegui, pero tengo memorias de momentos increíbles que ella protagonizó que pasarán a la historia de los grises medios de comunicación mexicanos.















Una es la interrupción repentina de las muchas y muy agradables mañanas de diálogo inteligente con Carmen hace años en el original Grupo Imagen. Interrupción a cargo de un personaje que es el prototipo del lector de comunicados de prensa que se repite a lo largo y ancho del país en sujetos que gozan de fama y fortuna al clonar esa "línea editorial".

Desde entonces yo sabía que escuchar a Carmen Aristegui es un privilegio y que, esté en la empresa que esté, semejante fenómeno no puede durar, pues en México no toleramos la independencia.

En su Círculo Rojo, con Javier Solórzano y transmitido por Televisa (?), nuevamente los ojos de muchos televidentes eran frotados una y otra vez, abiertos a más no poder presenciando una nota alucinante: hombres denunciando que durante su niñez habían sido abusados por el sacerdote Marcial Maciel, fundador de la poderosa agrupación religiosa Legionarios de Cristo.

Sabíamos que eso iba a traer consecuencias. Las trajo.

Amenazas de boicot publicitario con el sello del Osito Bimbo obligaron a la televisora a cortar la transmisión del programa.

La veríamos también en las brillantes mesas de análisis del programa Blanco y Negro del Canal 11 chilango, sólo disponible por cable en Monterrey.

Y por último, nuevamente en Televisa, esta vez en radio, todas las mañanas desde las 6.

Un agasajo.

Recuerdo que escuché el primer reporte de la violación y muerte por parte de elementos del ejército de una ancianita en Zongolica Veracruz. Hecho que se convertiría en una fiesta del cinismo de los políticos nacionales.

También las elecciones del 2006, las narraciones de Lydia Cacho y la llamada del Gober Precioso, así como el seguimiento puntual a las acciones legales contra el cardenal Norberto Rivera por encubrir a curas pederastas.

Una presencia como la de Carmen es demasiado. La clase político-católico mexicana es históricamente sucia en todos sentidos y no puede soportar que una periodista, mujer, madre, pensante, triunfadora, reconocida, admirada y querida por muchos se convierta en la piedrita en sus zapatos.

Nuevamente Televisa decide con Prisa quitarle su trinchera a esta periodista de a de veras.

Espero poder escuchar nuevamente su voz por otro canal de comunicación, pues por el momento me encuentro sin una de esas cien razones para que la vida valga la pena, como dice Sabina.


Por cierto, leyendo los diarios nacionales, me doy cuenta de que La Jornada, para el cual Aristegui no escribía, le dedicó al suceso tres notas relacionadas, en cambio para el periódico El Norte (Grupo Reforma) aquí no pasó nada, ni siquiera una palabra de apoyo para una de sus articulistas, una por cierto de las pocas que brinda prestigio y credibilidad al poderoso medio.