1993 Tinta sobre papel.
Ni siquiera está obligado a dar explicaciones de sus decisiones. La nación le dio ese poder y él lo puede ejercer como mejor le parezca. Hugo Chávez en Venezuela no le refrendó la concesión a un canal de televisión. Un canal, dicen el más antiguo transmitiendo hasta el día de hoy. Es como si de repente el presidente de México no le renovara la concesión a Televisa y tuviera que dejar de transmitir El Canal de las Estrellas, para dar lugar a un canal público como el 11 del Politécnico, el 22 de la UANL, la BBC de Londres, la PBS de E.U.A., El Canal 28 de Monterrey o una mezcla de todos pero con sabor a Caracas.
¡Qué tragedia para la libertad de expresión! ¡Qué atropello al derecho de información de la ciudadanía! ¡Qué gran pérdida para la cultura y las Artes!
Nel.
Si el Canal (o canales) de televisión que Hugo Chávez decidió fulminar de la señal abierta son similares o están en la misma línea de Televisa o TV Azteca, ¿porqué tanto argüende? Yo al menos sentiría exactamente lo mismo que cuando murió Fidel Velázquez o El Tigre Azcárraga. No saben, lloré como Magdalena.
Fuera de los empleados de la televisora, que vaya que tendrán razones para estar tristes, ¿quién puede lamentar semejante favor a las neuronas de un pueblo?
En mi cuento corto Tierra Fértil, describo la interrupción repentina de todo tipo de señales de radio y telecomunicación, incluyendo fibra óptica y satelital. Es decir, de repente adiós televisión y radio. Una gran parte de la población, adicta a éstos medios, se suicida de inmediato. ¿Suena descabellado?
Durante mi niñéz vi televisión a pasto. Horas y horas sentado frente a la pantalla. primero en blanco y negro, en un aparato que daba toques, luego a color en el cuarto de mis padres y en blanco y negro para los mocosos (yo incluído) y al final, en glorioso color para todos.
Los Picapiedra, Don Gato y su Pandilla, la Pantera Rosa, Scooby Doo, Las Aventuras de Carlitos, Los Dukes de Hazzard, B.J. Mc Kay, El Auto Increíble, Automan, El Payaso Pipo, Codazos, Cuna de Lobos, El payaso Betín, Cepillín, La Carabina de Ambrosio, etc. Así me puedo pasar horas ennumerando los shows que me mamaba desde pequeñuelo.
Unas cinco horas diarias me chutaba, yo creo.
Entre más crecía, menos televisión veía. Me iba haciendo más exigente y rechazaba lo que antes me gustaba. Como me gustaba el cine y devoraba literatura asociada con ese arte, crítica, técnicas, biografías, etc., pues era capaz de advertir cada vez más las fallas y descuidos de los programas de televisión, su calidad dudosa o abiertamente mala. Verdaderas mentadas de madre para el espectador.
Alguna que otra película, programas de IMEVISION y de los primeros tiempos de TV AZTECA.
En Televisa la cosa iba de mal en peor. Las telenovelas eran ya basura pura y las series de televisión perdían terreno en bandazos de programación.
Ya ningún programa me apasionaba, ni le era fiel. La Caravana, El Güiri Güiri, los Simpsons, sí hacían que prendiera mi aparato de vez en vez.
Encendía, surfeaba, veía algo y apagaba. Aún tenía algo de tiempo a mi disposición.
Ya en E.E.U.U., el shock americano. La televisión en inglés tan mala como la mexicana, pero ¡ah, qué buena producción!, los noticieros igual de sesgados, y la TV en español, oh, my god. No sabía que existía, y cuando ví Cristina, Sábado Gigante y Primer Impacto, supe que no había visto lo peor... que ésos programas se exportarían enteritos a México y tendrían 'gran éxito'.
En mi desesperación por acceder a información más confiable y profunda, así como a entretenimiento con una pizca de cerebro, conocí al diario La Jornada. Lo vendían aquí en Sacramento, en una librería/revistería llamada The Avid Reader (que ahora ocupa el edificio de la desaparecida Tower Books) a $3.28 en su edición dominical. Era genial, tenía colaboraciones de Carlos Monsiváis, Elena Poniatowska, Cristina Pacheco, y los insuperables cartones de Jis y Trino. Un lujo.
Luego descubriría la versión en internet y mi vida cambiaría, al abrirme poco a poco paso en el ciberespacio y descubriendo opciones nuevas.
Al volver a México me enteraría de la existencia de un güey llamado Adal Ramones. Regio para acabarla.
Mauricio Castillo, esbirro de Adal Ramones,
fue contratado para personificar al personaje Pepe Paquetes, de la campaña publicitaria Paquete Ahorres de las tiendas Soriana a nivel nacional, de la cual desarrollé la plataforma gráfica.
Castillo es un talentoso diseñador, arquitecto y hombre de negocios, además de una persona muy agradable, pero a los ejecutivos de televisión eso les vale madre y piensan que si no le ponen de patiño de Adal Ramones o junto a las chiches de Maribel Guardia no tiene sentido sacarlo a cuadro.
Aquí aparece con la raza sorianera, mis compañeros de trabajo cuando yo era empleado en el Departamento de Publicidad del Corporativo de Centros Comerciales Soriana. De Izq. a derecha: El Mayito, el fotógrafo Eduardo González, Juan "el Ojos", Jorge Zúñiga, Mauricio Castillo, un Servitur, Pepe Valdéz y en cuclillas, Pedro el chofer.
Ya de nuevo en Monterrey regresaba yo con familia y menos tiempo que nunca. Poco tiempo para ver televisión, acaparada por cierto por el buen Abner, de diez años y aficionado a las caricaturas japonesas tipo Pokemon, Sailor Moon y Dragon Ball.
Círculo Rojo, un acontecimiento que duraría poco. El Mañanero. Demasiado temprano para mí. Adal. Cinco minutos de Adal y lo habías visto todo. Cinco minutos muy buenos, eso sí.
Localmente a nivel Monterrey, la televisión estaba de la patada. Futbol al Día y Las Noches del Futbol, Aficionados, Los noticieros, las piernudas del pronóstico del tiempo, Gerardo López Moya sin apoyo para su Taller Abierto, Ellas con las Estrellas, astrólogas, programas 'de mujeres', deportes, cacería, homenajes a los ricos, Desvelados (a veces valía la pena la desvelada) y sus clones.
Después contrataría DirecTV para darle vida al aparato de televisión de nuestro hogar, una Sony Vega de 24" de las que acababan de salir. Cómo estaría de entretenido el extinto sistema de TV por satélite que Ara y yo terminaríamos embarazados de Mateíto al poco tiempo.
Durante el embarazo y las laaargas horas que Araceli tenía que pasar en reposo, nos dimos cuenta de que la tele de paga sólo nos daba dolores de cabeza cuando llegaban los cobros altísimos y nosotros no habíamos visto más que uno o dos estrenos y un montón de programas mediocres. La cancelamos.
Así que, Araceli, para estar un poco en contacto con su carrera de cantante, comenzó a ver los programas dominicales de La Academia, en TV Azteca. Presenciabamos divertidos la bizarra mezcla de personalidades en 'el jurado' y el abuso a los chavitos participantes que daban a La Academia esa morbosa semejanza con cualquier linchamiento callejero o quema de brujas por la Santa Inquisición Musical ante un pueblo hambriento de sangre. Pobre Jolette.
Nació Mateíto y aún no comenzaba mi polluelo a desarrollar un gusto por la caja idiota cuando el idiota de su papá quiso colgar La TV y su flamante combo de VHS y DVD en el mismo 'rack' empotrado en la pered y ¡¡¡CUACHAPLÁS!!! La hermosa Sony Vega de 24" que habíamos comprado con el sacrificio de las noches de tocadas de la banda de Araceli en el Bar 1900 del Hotel Ancira cayó al piso con todo y brazo metálico, plataforma de hierro, tornillitos, guasas y pedazos de pared.
Afortunadamente el combo VHS y DVD player resistió el impacto de casi dos metros de altura, aunque quedó un poco chimuelo.
Convencido de que no quería volver a comprar una televisión, nos la pasamos así nomás, dejando pasar la vida con buenas lecturas, y descubriendo las novedades de internet, mucho más edificantes, creo yo. El nacimiento de los blogs y You Tube, sitios de opinión e información de todo tipo que la tele jamás proveerá.
Poco después compraría un proyector para un negocio de diseño en un centro comercial, de tal forma que la gente pudiera ver en una pantallota cómo hacía las ilustraciones, etc.
La idea no cuajó, pero qué buenas películas vimos en mi InFocus X2. Así se deben ver los DVDs. Ya llegando de vuelta a California, el potente foco de mi proyector reventó y ya no le he comprado su reemplazo de $300 USD.
Así que fuera de una pequeña pantalla que Mateo usa para ver sus películas favoritas (Cars, Happy Feet, looney Tunes, Wallace & Gromit, etc.) en nuestra casa no hay una sola TV que reciba señales del exterior, ya sea TV abierta o de paga.
No veo televisión.
De hecho no puedo estar mucho rato frente a un televisor sintonizado en los shows más populares, del canal que sea. La televisión es una máquina de manipulación y control, que funciona muy bien para adormecer a una sociedad de individuos sin rumbo, ideas o juicio propio, destinados a servir mansamente a los intereses de los que crean (o encargan) los contenidos de la TV echando mano de los trucos más perversos. No la soporto.
Leyendas UrVanas. 2001 Animación digital con dibujos en lápiz sobre papel.
Cuando fui a Televisa Monterrey a presentar mi proyecto de Comentarios Animados "Leyendas UrVanas", el Gerente de Noticieros me dijo que le había gustado, pero que quienes tenían la última palabra eran los del departamento de Ventas.
Las instalaciones de Televisa Monterrey más bien parecen una fortificación, con estricto control mediante guardias y cámaras de vigilancia. Imposible el acceso para la gente común y corriente que tiene algo qué decir fuera de los intereses de la corporación y sus patrocinadores.
Nada haría pensar que lo único que hacen estos 'empresarios' es explotar lo que es patrimonio del pueblo sin pagar un sólo quinto.
Cuando fui a Televisa Monterrey a presentar mi proyecto de Comentarios Animados "Leyendas UrVanas", el Gerente de Noticieros me dijo que le había gustado, pero que quienes tenían la última palabra eran los del departamento de Ventas.
Las instalaciones de Televisa Monterrey más bien parecen una fortificación, con estricto control mediante guardias y cámaras de vigilancia. Imposible el acceso para la gente común y corriente que tiene algo qué decir fuera de los intereses de la corporación y sus patrocinadores.
Nada haría pensar que lo único que hacen estos 'empresarios' es explotar lo que es patrimonio del pueblo sin pagar un sólo quinto.
Y menos soporto las cantaletas hipócritas que cada vez más repiten en la spotcracia mexicana.
¿Defensa de la libertad de expresión? Nadie hizo nada cuando corrieron a Carmen Aristegui y Javier Solórzano de la asquerosa IMAGEN de Perdo Ferriz de Con. Ni cuando a la misma pareja les cancelaron su Círculo Rojo en Televisa justo después de presentar las entrevistas con las víctimas del Padre Marcial Maciel. O la misteriosa desaparición del noticiero de Aristegui de la transmisión de TV vía satélite de su noticiero. Ninguno de los medios fuertes ha defendido los abusos contra José Gutiérrez Vivó y su Monitor, avalados por instancias internacionales. Ni han alzado la voz contra el poder que con su tortuguismo encubre y protege a los responsables de los ataques y las muertes de periodistas. Y tantos y tantos casos.
Entonces, la enorme hipocresía desplegada en la campaña de los mass media mexicanos contra la decisión de Hugo Chávez en Venezuela, sólo nos deja con la enorme gana de que viniera un presidente que de verdad representara a los intereses de los mexicanos (o mínimo que guste de una televisión inteligente y se vomite sobre las cuachas que nos ofrecen ahora) y les diera cuello a las transmisiones degradantes, sexistas, racistas, clasistas, homofóbicas, brutalmente violentas, convenencieras, cobardes, mentirosas y manipuladoras que bombardean los hogares del país.
Y muchos mexicanos veríamos entonces con enorme placer y lágrimas en los ojos, la muerte de uno de los símbolos, siempre aliado al poder opresor, de ésta maquinaria detestable, asesina y retrógrada, que más que empresa es la aglutinación de intereses, la alineación de contenidos y el acallamiento sistemático de las voces que denuncian los peores despojos de que ha sido víctima la población de México, comenzando por su cultura.
La muerte de Televisa.