sábado, abril 14, 2007

Escenas

Araceli Collazo es una poetisa.

En el término más contemporáneo de la palabra.

Una mujer que vive la poesía, se conmueve cuando la lee y se vacía en ella cuando la escribe. Todo combinado con un trabajo de oficina, horarios, juntas, trámites, pago de servicios, escuela, pañales, búsqueda de identidad y todos los factores de este mundo práctico y material.

Durante años Araceli escribió y escribió. Escribió mientras cualquier otra persona estaría viendo la tele. Escribió en español, su lengua natal. Pero escribir en español fue una decisión. No la decisión de una persona inmersa en el sistema norteamericano. La decisión de una poetisa.

De apariencia frágil y diminuta, amable. La más amable que he conocido. De sonrisa fácil. Transparente. Un gesto y ahí está, completa, sin lugar a dudas. Como su poesía, así es Araceli.



La conocí con sus poemas bajo el brazo. Frágil y diminuta. Venía de su oficina. Trabajaba entre tiburones. Tiburones de cuello blanco. Lobbyists, les llaman acá. Cabildeadores, les comienzan a llamar en México. Los que ayudan a los más poderosos a torcer las leyes a su favor, a comprar voluntades a costa de lo que sea.

Tenía años trabajando entre leyes y legisladores. Investigaba entre viejos archivos, libros, periódicos. Así conoció la historia de este estado. Vueltas al capitolio, banquetes, que si los demócratas, que si los republicanos, que si los doctores, que si los empresarios. Todos ricos. Todos en un festín interminable.

Y aunque pasaba el tiempo en ese mundo, no pertenecía a él, ni lo ambicionaba, pues Araceli tenía ya un objetivo. Una agenda secreta. Y tenía nombre. Iba a editar un libro. Su propio libro.

Escenas, como de película vieja.

Y ahí estaba. Paradita en el umbral de la puerta del apartamento donde editábamos el periódico Comunicación. El cabello impecable, labios rojos, traje sastre de falda corta.

Buscaba un diseñador para darle forma a su proyecto.

Ya le habían hecho un diseño por el que le habían cobrado un dineral. Diseño de imprenta. Sin compromiso. El mismo que usarían para un catálogo de herramientas o un folleto de supermercado.

Ella sostenía que no quería producir más que unos 25 ejemplares, para repartir entre familiares y amigos, y aunque su libro comenzaba a tomar forma, no le convencía y seguía buscando.

Entonces se completaba la ecuación.

Ella: Una hermosa poetisa que buscaba un diseñador que mostrara con delicadeza a cada poesía su lugar.

Yo: Un diseñador en tierras extrañas sin novia por 3 meses.

Pos claro que sí.

Y aunque la poesía nunca fue objeto de mi dedicación, ésta aflora cuando mi jóven corazoncito debe convertir en letras sus palpitaciones ante la belleza de una mujer.

Tomé el proyecto y comenzamos a garabatear. Decidimos que algunos poemas debían ilustrarse, crear escenas. Surgió la idea de ordenar el libro de acuerdo a las estaciones del año, comenzando por el otoño.

Todo esto entre cafés, plática, confesiones y una amistad creciente. No libre de conflictos, por supuesto. Llegó el punto en que yo decidí que el trabajo estaba completo para una pequeña edición. Araceli no estaba de acuerdo. Insistía en que había que pulirlo. Hasta la fecha nunca me ha perdonado por el día en que la formé en la fila mientras atendía a otra chica, una colaboradora del periódico. Después de esperar pacientemente, Araceli me mostró la muestra del diseño por el cual había pagado, en el que iban incluídas ya mis ilustraciones. Mamón y con hueva le dije que yo ya no iba a volver a leer su libro, que ya estaba terminado. Araceli agarró sus poemas y se marchó con el consejo de Don Heliodoro Gutiérrez (†), editor del periódico, quien le sugirió hablar con Felipe Dávalos. Dávalos, quien es el más grande ilustrador y diseñador que he conocido, dio otro valor a los poemas de Araceli "No puedo creer que Saúl te haya dicho que esto está listo para impresión, esto es un mugrero" dijo Felipe.



Mi desprecio tuvo un precio. Y yo ya no hallaba la puerta. No quería perder a mi amiga. Fue Felipe Dávalos quien, como buen consejero creativo/sentimental, me sugirió seguir con el libro hasta convertirlo en una publicación seria, en un gran libro digno de su autora. Sin límites.

Así comenzó la segunda etapa del proceso. Se tomaron decisiones profundas. Un mayor tiraje, portada a color, mejor papel, todos los registros y código de barras ISBN para su venta en cualquier lugar. La creación de una casa editorial: Tree House Publications.



Tras una cuantiosa inversión de tiempo y dinero, un buen día llegaron las cajas y cajas de libros. Columnas más grandes que uno de cajas apiladas. El libro estaba hermoso. La poesía presentada como debía ser. Las escenas de Araceli podían llegar ahora a cualquier lado.



No faltó el aguafiastas como mi buen amigo Hugo Herrera que, abriendo el libro, leyo mi pequeña introducción en la que escribí la palabra hermitaño. "Es ermitaño, sin ache", sentenció Hugo. Se me fue toda la sangre hasta los callos. Nunca lo perdonaré.

En fin, que para el mundo, Escenas, como de película vieja es un esfuerzo independiente de una jóven poetisa para publicar su obra. Pero para mí fue el primer hijo que tuve con Araceli, y que nos uniría hasta ahora. Diez años después.

Comenzaba ahora una época de retos para Araceli. Debía promover su libro. Enfrentar audiencias para leer sus poesías.

Organizó la presentación formal del libro que se llevó a cabo en La Raza, Galería Posada, entre sus amigos del Círculo de Escritores. Graciela Ramírez, Arturo Mantecón (pariente de Tello Mantecón un desaparecido cómico de la televisión regiomontana, quien durante años aparecía junto a Rómulo Lozano en su transmisión de mediodía) Francisco Alarcón y Phil Goldvarg (†) entre otros.



Condujo el evento Rosa Angélica Moreno, una celebridad quien en su juventud ganó todos los concursos de belleza, y es madre de una actriz sacramentana.

La presentación del libro hizo honor a su nombre, hubo escenas entrañables entre amigos, familiares y curiosos. Araceli se distingue por sus detalles de buen gusto, y en esta ocasión ofreció una edición de vino del valle de Napa con la etiqueta conmemorativa del libro.



Después Araceli venció todos sus miedos lectura tras lectura. Cadenas de librerías como Barnes & Noble y Borders, centros culturales, escuelas y universidades a todo lo largo de California.





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Niños y niñas podían apreciar por primera vez a un especimen hispanoparlante que escribía y podía hacer de ello una forma de vida. Esta gira causó admiración y expectación, y marcaría para siempre a Araceli, tendiendo la plataforma para lo que sería después su carrera como cantante.

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