viernes, octubre 19, 2007

Monterrey

Don Heliodoro Gutiérrez y un servidor hace unos diez años


Heliodoro Gutiérrez usaba refranes mexicanos constantemente durante sus conversaciones.

Uno de ellos era "lo único que no tiene remedio es la muerte", el cual lamentablemente ya tuvo oportunidad de confirmar en carne propia.

Otro refrán de sus preferidos era "uno es de donde mejor le va". Heliodoro era una persona inquieta que salió de su natal Anáhuac para vivir en Chihuahua, donde comenzó su carrera como fotógrafo. Después emigró a California, donde fundó su periódico Comunicación, gracias al cual lo conocí a él, a Felipe Dávalos y a Araceli posteriormente.

Al ver que por diversos problemas sus negocios en Sacramento no dejaban los números rojos, Don Helio volvió a Anáhuac Chihuahua a administrar la cantina de su papá. Pasó un tiempo y le fue diagnosticado cáncer, regresó a Los Ángeles a recibir tratamiento, donde pereció poco después.

Como inmigrante, emigrado y vuelto a inmigrar, recordar la historia de Don Heliodoro me remonta a su "uno es de donde mejor le va".


Mateo disfrutando 5 minutos de brincolín en una feria, antes de ser arrancado brutalmente de las intsalaciones por elementos de seguridad.


Mateo aun no habla, y no me respondería si yo le preguntara cómo le ha ido en EUA. Además, por su corta edad, no cuenta con referencias suficientes como para saber si le ha ido bien o mal y con respecto a qué. Digamos que él vive su momento intensamente.

Antier pasé la frontera con México por primera vez en año y medio

Lo que ví al pasar es lo que ve cualquier viajante cuando cruza por autobús la frontera Mc Allen - Reynosa:

(Click para ampliar imagen)

Todavía del lado americano se aprecian las partes móviles del "muro virtual". Los ayuntamientos de Mc Allen y de otras ciudades fronterizas se oponen ferreamente a la construcción del muro de a de veras. Ellos no pueden soslayar los beneficios de un intenso intercambio con México. ¿Y el resto de los EEUU?


Claro, una hamburgesería...


Una tienda de empeños...


Mucha patrullota...


Y aquí la mera raya fronteriza, el lado mexicano, con el cordón de la banqueta pintado de un amarillo chillón intenso, un techito para que cruzan (primero se construyó el del lado mexicano) y un indeciso.


El chofer del autobús cotorreando con el maletero frente a otra patrullota, pero mexicana en plena revisión aduanal. No nos registraron mucho, el trámite fue rápido.



Y ora sí, viva México. Los obvios contrastes de la frontera no son fáciles de digerir, pero uno que siempre vivió en el norte y para quien ha sido natural ir y venir definitivamente lo percibe de otra forma y sabe que las apariencias... engañan (Don Helio dixit).




El intercambio humano es paralelo al intercambio de mentiras. Los noticieros televisivos venden una imagen de México como tierra de nadie, en donde todos somos narcos y matones, señoras gordas pare-niños o hot-sexy-latinas. Por su parte el aparato jolibudense insiste en EUA como el ombligo del mundo y lo cool.

La decepción empareja de alguna forma a ambos pueblos, así como la radicalización de sus extremos, y la sensación a ambos lados de la frontera de que quienes gobiernan carecen de legitimidad.

Mi idea ha sido vivir lo mejor de ambos mundos. Pero ambos mundos, en el fondo, son lo mismo. Nos tocó vivir en este tiempo de fronteras artificiales, en donde o eres de aqui o eres de allá, y luchar contra ello es... cansado.

Como Mateo, hoy por hoy, no me siento con suficientes elementos para responder la pregunta intrínseca del famoso dicho de Don Heliodoro.

Quizás Facundo Cabral tenga la respuesta.

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