miércoles, agosto 01, 2007

Muerte en el Museo

Hace 20 años, todos los miércoles saliendo de la escuela, mi hermana Meche y yo tomábamos el camión de transporte colectivo Ruta 134 que se dignara a recogernos en la parada de las Arboledas de Las Puentes y que nos llevaría hasta la calle Guerrero cruz con José Ma. Anaya, en Monterrey, pasando por la U.A.N.L. y la planta de Hojalata y Lámina HYLSA. Después caminaríamos como cinco cuadras bajo intenso sol, inclemente frío o feroz lluvia hasta llegar a Avenida Universidad, en los terrenos de la Cervecería Cuauhtémoc, que albergaban al imponente Museo de Monterrey.

Todo por que a las tres de la tarde de los miércoles se llevarían a cabo los Diálogos en el Museo, charlas sobre arte mexicano y universal impartidas por Fernando González Quintanilla†.

Meche, quien es unos seis años mayor que yo, se había enterado de los Diálogos durante su paso por la Academia de Artes Plásticas, en donde estudió cerámica con el maestro venezolano Rafael Cabrujas. La Academia era dirigida por el excelente retratista regiomontano David González, cuyo hermano, Gerárdo González Gámez†, era el encargado de la hermosa biblioteca del Museo de Monterrey, un espacio de lujo consagrado al arte con libros de todo el mundo, finas ediciones que no cualquier mortal podría adquirir y que no se encontraban en las humildes bibliotecas públicas. Ahí pasé horas y horas de nutritiva lectura, devorando imágenes y un cafecito mientras charlaba con Gerardo del arte, las musas, filosofía y la vida en general y en específico.

Fue en la biblioteca del Museo, y gracias a los ciclos de cine alemán y francés que coordinaba Gerardo, que tuve acceso a una visión fuera del espectro jolibudense, películas que a mis 13-16 años representaban no sólo un agasajo, sino un reto.

En los Diálogos en Museo, Fernando, que era un magnífico orador, recreaba para nosotros escenas de la historia precolombina, en una inmersión total en la búsqueda de ese mundo del que nos quedan sólo algunos restos.

Todo esto ocurrió bajo la dirección del Museo de Jorge Martínez†, de quien no se mucho y a quien sólo alcancé a ver en pocas ocasiones. Después entraría José Emilio Amores, con quien se fue perdiendo la continuidad de los programas del Departamento de Educación. Luego entró como director del Museo otro funcionario (ahora ligado al Fórum de Las Culturas de Nati), hasta que finalmente el Museo cerró para siempre sus puertas, en un hecho tristemente histórico y trágico para la cultura de Monterrey.

Me dan ganas de llorar nomás de saber que no podré compartir con mi hijo las estupendas exposiciones que ahí tenían lugar, en las que conocí el imponente trabajo de los mejores artistas de México y latinoamérica así como la evocadora arquitectura del edificio antiguo que resguardaba también los hermosos tanques para la preparación de cerveza.

Y aunque aún existe el Jardín Cerveza, y el Salón de la Fama, hasta más tristeza da volver a esos lugares, pues el hueco dejado por el Museo de Monterrey y su función en la cultura regiomontana ni Marco ni el Museo de Historia Mexicana ni el Centro de las Artes podrán llenarlo.

Como un homenaje al museo presento este cómic que realicé en aquellos tiempos, en el que los personajes que aparecen son casi todos basados en las tardes de los miércoles de Diálogos en el Museo.

Fernando, Gerardo y un personaje sorpresa ligado al Museo y que aparece casi al final. También hacen su aparición los personajes de la serie de televisión Luz de Luna (Moonlighting), David Addison (Bruce Willis) y Maddie Hayes (Cybill Sheppherd).

Otro de los personajes es la hermosa empleada del museo que asistía en la vida real a Fernando, llamada Elizabeth Galicia. Salen las ñoras ricachonas que no se perdían los Diálogos y que siempre salían encantadas tras la charla del guapote González Quintanilla. Otro personaje es Jorge, un amigo de Meche al que siempre nos topábamos en exposiciones y eventos culturales.

Y obvio, salimos también un servidor, mi hermana Meshe y Snoopy, haciendo el papel de "perro".

Muerte en el Museo fue una ocurrencia para divertirme y pasar el rato, y resulta que ahora puede considerarse un documento de aquella bella época que me tocó y me marcó.

Como dato escalofriante, me atrevo a mencionar que las personas en las que se basaron mis personajes protagónicos han muerto ya. Vaya también por ellos.

En especial recuerdo a mi amigo Gerardo González, magnífico poeta, escritor y maestro. Gracias a el me inicié en el mundo de las artes gráficas, con sus clases prácticas de composición, perspectiva y uso del color que me impartía al momento que desarrollábamos los programas de mano para los eventos culturales dedicados al público infantil del Museo.

Con la única recomendación de dar click sobre las imágenes para verlas en su resolución real y poder leer los diálogos, les recuerdo que este cómic lo hice cuando gozaba la ñetera edad de catorce años, con lapiceros con puntilla 0.5mm HB.

Muerte en el Museo

3 comentarios:

Anónimo dijo...

coincido contigo que era lo mjeor que habia en cuanto espacios culturales, como aanoro educar mi ojo fotografico

Adrian Cantu
adriancantu.olivares@mx.schneider-electric.com

Meshe Creations dijo...

Fernando Gonzalez, fue el primer maestro que tuve que contaba la otra historia que no cuentan los libros de texto.

Grandes y hermosos recuerdos nos dejo tanto él como nuestro gran amigo Gerardo Gonzalez.
Siempre estaran en mi corazon.

Meshe Creations dijo...

Recordando a nuestros queridos amigos que ya no estan con nosostros y siguen presentes.

Fernando Gonzalez-Quintanilla y Gerardo Gonzalez

Gracias Saúl por tu libro.