Creo que nadie merece nada.
Creo que lo que tenemos es producto de la suerte.
Si alguien llega a tener cierta riqueza y bienestar económico producto de su trabajo, entonces esta persona tiene la SUERTE de haber encontrado la motivación para trabajar duro.
Pero existe también el otro lado, la gente que no es rica no goza de grandes fortunas, pero es feliz, porque tiene la SUERTE de no ambicionar más de lo que tiene.
Y luego las derivaciones, los que trabajan duro y viven con la frustración de no tener lo que quieren, y los que son huevas y tienen hasta lo que ni pidieron.
Como país, creo que México tiene bastante, pero su población sufre una larga y extendida crisis.
Por lo que para los mexicanos, esta es una crisis en tiempo de crisis, que definitivamente creo que no se va a sentir de la misma forma que en los USA ni en el resto del mundo.
Esta es una crisis empalmada que puede replantear muchas cosas de la economía, y de la impresión que la gente tiene del dinero y en fin, del sistema capitalista, cuya adopción incondicional por parte del gobierno de México, nos ha enganchado en este trenecito sin control.
En serio que me repatea el cinismo de algunos que nos recetan la frase de que esta crisis puede ser fuente de oportunidades. Estoy de acuerdo con el concepto, pero no en el contexto en que lo usan, pues ellos esperan que sigamos bailando al son que nos tocan, muy aplacaditos y disciplinados sin cuestionarles nada.
Es tiempo de oportunidades sólo si reinventamos el país. Si nos rebelamos, dejamos de comprarles lo que nos venden, si dejamos de ver sus babosadas por la tele, si boicoteamos sus campañas de miedo, si salimos a la calle, si saludamos a nuestros vecinos y nos aliamos a ellos, si nos asociamos, si le damos menos valor al dinero y más a las personas, si dejamos de comer lo que nos hace daño, si respetamos a las plantas y animales, aún por sobre nuestros intereses económicos, si no odiamos a quienes nos quieren hacer que odiemos, si nos incorformamos y no nos lo callamos, si nos estresamos menos y jugamos más.
Sólo así creo, 2009 será un mejor año.
Ojalá.
domingo, diciembre 21, 2008
miércoles, diciembre 10, 2008
Chicago
Chicago parece ser el centro del mundo hoy por hoy.
De ahí emergió la figura sensación de la política mundial, Barack Obama.
En esa ciudad también se está llevando a cabo la huelga que está conmocionando a E.U. y está inspirando a los trabajadores a lo largo del país.
Acaban de arrestar al gobernador del estado de Illinois del cual Chicago es la ciudad más grande.
Pero lo más importante, es que no hace mucho, ahí se mudó mi hermana Meche.
Mercedes, Meche, o Meshe, su nombre artístico, nació, como su servidor, en Monterrey, N.L.
Inspirada por mi abuela Margarita, o Mague, desde pequeña mostraba inclinación artística, ya que fue la nieta que le siguió con interés en sus afanes artísticos, asistiendo juntas a las clases con "El Maestro", un interesantísimo señor cuya casa olía a madera, aceite de linaza y tabaco.
Mi abuela y Meche pues, realizaban cuadros con pinturas de óleo en grandes lienzos. Bodegones, marinas, paisajes.
Y yo, pues chiquillo que aún no se limpiaba la cola solo, pues crecí con la convicción de que era posible crear realidades paralelas con la simple acción de embarrar pintura. Esas imágenes que se develaban ante mí pincelada tras pincelada, me acompañaron durante mi niñéz y hasta la fecha gracias al trabajo de mi abuela Mague, pero más por la paciente y amorosa labor de mi hermana Meche.
Más tarde, cuando yo ya había medio aprendido a limpiarme bien, fue Meche quien me invitaba a pasear por la ciudad, buscando galerías, museos, actividades culturales y cursos. Ella ya jovencita y yo un preadolescente, nos acompañábamos por las calles de Monterrey en los confiables camiones urbanos Ruta 134 que pasaban por Las Puentes en San Nicolás y se iban toda la calle Guerrero hasta 15 de Mayo, donde por lo general nos bajábamos para caminar a alguna escuela o galería. La Casa de la Cultura, el Museo de Monterrey, y muy especialmente, a Academia de Artes Plásticas, del magnífico retratista David González.
La Academia estaba ubicada en la calle Padre Mier, cerca de La Purísima, una imponente casona blanca cuyos interiores contaban con patio central, segunda planta con piso de madera, columnas, herrería en escaleras y barandales, arcadas y el buen gusto en la decoración que le imprimían David, Mera y las exposiciones de las piezas de alumnos, maestros y artistas invitados.
La pintura, que parecería la disciplina natural que Meche debía practicar al tomar cursos en la Academia, fue pronto suplantada por la cerámica debido a las interesantísimas y amenas clases del maestro venezolano Rafael Cabrujas, quien transmitía profundo conocimiento y pasión por el tema.
Desde entonces, Meche, aparte de ser pintora, es ceramista, preocupada por la calidad de sus piezas, y la experimentación con esmaltes y barro.
Y, nuevamente se incorpora a mi vida diaria otra disciplina.
Más adelante, el maestro Olegario, un talentoso señor que se ganaba la vida torneando jarritos en las ferias para venderlos a un peso, le regalaría a Meche su primer torno. Meche con muchos batallares compró un horno eléctrico y montó un mini taller en el que trabajaba impulsando con su pié el mecanismo de la estructura de madera que se deslizaba sobre baleros en el patio de la casa de mis padres, completando un rico cuadro con el rítmico sonido y la espuma emergiendo de lavadora "de tina", el trinar de un canario o dos, las palabras al aire de un perico, la música de los Beatles en un pequeño radio y tarareadas por mi hermano Memín que jugaba con su pelota, todo bajo un árbol de níspero y un techito de lámina que puso mi papá. Olor a Suavitel y a barro.
Meche es de risa fácil, creo que ya no odia lavar trastes, es buena dando funciones de teatro guiñol y gusta disfrazarse de japonesita.
Juntos Meshe y yo viajamos por el estado de Nuevo León y por México para conocer de cerquita algunos rincones de este país que es muchos.
Ahora Meche vive en Chicago y cuenta que es una ciudad hermosa y que hay nieve.
De ahí emergió la figura sensación de la política mundial, Barack Obama.
En esa ciudad también se está llevando a cabo la huelga que está conmocionando a E.U. y está inspirando a los trabajadores a lo largo del país.
Acaban de arrestar al gobernador del estado de Illinois del cual Chicago es la ciudad más grande.
Pero lo más importante, es que no hace mucho, ahí se mudó mi hermana Meche.
Mercedes, Meche, o Meshe, su nombre artístico, nació, como su servidor, en Monterrey, N.L.
Inspirada por mi abuela Margarita, o Mague, desde pequeña mostraba inclinación artística, ya que fue la nieta que le siguió con interés en sus afanes artísticos, asistiendo juntas a las clases con "El Maestro", un interesantísimo señor cuya casa olía a madera, aceite de linaza y tabaco.
Mi abuela y Meche pues, realizaban cuadros con pinturas de óleo en grandes lienzos. Bodegones, marinas, paisajes.
Y yo, pues chiquillo que aún no se limpiaba la cola solo, pues crecí con la convicción de que era posible crear realidades paralelas con la simple acción de embarrar pintura. Esas imágenes que se develaban ante mí pincelada tras pincelada, me acompañaron durante mi niñéz y hasta la fecha gracias al trabajo de mi abuela Mague, pero más por la paciente y amorosa labor de mi hermana Meche.
Más tarde, cuando yo ya había medio aprendido a limpiarme bien, fue Meche quien me invitaba a pasear por la ciudad, buscando galerías, museos, actividades culturales y cursos. Ella ya jovencita y yo un preadolescente, nos acompañábamos por las calles de Monterrey en los confiables camiones urbanos Ruta 134 que pasaban por Las Puentes en San Nicolás y se iban toda la calle Guerrero hasta 15 de Mayo, donde por lo general nos bajábamos para caminar a alguna escuela o galería. La Casa de la Cultura, el Museo de Monterrey, y muy especialmente, a Academia de Artes Plásticas, del magnífico retratista David González.
La Academia estaba ubicada en la calle Padre Mier, cerca de La Purísima, una imponente casona blanca cuyos interiores contaban con patio central, segunda planta con piso de madera, columnas, herrería en escaleras y barandales, arcadas y el buen gusto en la decoración que le imprimían David, Mera y las exposiciones de las piezas de alumnos, maestros y artistas invitados.
La pintura, que parecería la disciplina natural que Meche debía practicar al tomar cursos en la Academia, fue pronto suplantada por la cerámica debido a las interesantísimas y amenas clases del maestro venezolano Rafael Cabrujas, quien transmitía profundo conocimiento y pasión por el tema.
Desde entonces, Meche, aparte de ser pintora, es ceramista, preocupada por la calidad de sus piezas, y la experimentación con esmaltes y barro.
Y, nuevamente se incorpora a mi vida diaria otra disciplina.
Más adelante, el maestro Olegario, un talentoso señor que se ganaba la vida torneando jarritos en las ferias para venderlos a un peso, le regalaría a Meche su primer torno. Meche con muchos batallares compró un horno eléctrico y montó un mini taller en el que trabajaba impulsando con su pié el mecanismo de la estructura de madera que se deslizaba sobre baleros en el patio de la casa de mis padres, completando un rico cuadro con el rítmico sonido y la espuma emergiendo de lavadora "de tina", el trinar de un canario o dos, las palabras al aire de un perico, la música de los Beatles en un pequeño radio y tarareadas por mi hermano Memín que jugaba con su pelota, todo bajo un árbol de níspero y un techito de lámina que puso mi papá. Olor a Suavitel y a barro.
Meche es de risa fácil, creo que ya no odia lavar trastes, es buena dando funciones de teatro guiñol y gusta disfrazarse de japonesita.
Juntos Meshe y yo viajamos por el estado de Nuevo León y por México para conocer de cerquita algunos rincones de este país que es muchos.
Ahora Meche vive en Chicago y cuenta que es una ciudad hermosa y que hay nieve.
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