Desde hace unos meses vivo en la ciudad de Los Angeles, California, E.U.A. Es la primera vez que vivo en una ciudad más grande que Monterrey.
Aquí todo ocurre rápido y he encontrado lo que vine a buscar.
En esencia no quería dejar este mundo sin vivir en la ciudad origen de la mayoría de los productos de entretenimiento que yo consumía en México. Estar en Hollywood, buscar chambas en equipos de producción, ir a audiciones. Tiene su grado de dificultad, pero es real. Aquí puedes encontrar anuncios de "castings", lo cual en Monterrey es como algo exótico. No tengo idea del número de producciones que estén realizándose aquí en este momento, y creo que no hay manera de saberlo, porque la industria es abundante y diversa, pero son montones.
Mis amigos y quienes hayan seguido este abandonado blog, encontrarán que constantemente estoy haciendo contrastes y comparaciones con mis regias tierras y los Estados Unidos. Es inevitable. He vivido intensamente ambas realidades y no anotaría tanto sus diferencias si no hubiera tantas similitudes, pero sobre todo, nexos, intercambios y dependencias.
Vivir en California y, como ayer me hizo ver una hermosa actriz retirada de Hollywood, darte cuenta que casi todos los nombres de las poblaciones y las calles provienen del castellano, te hace sentir que vives en una especie de nata de la historia que intenta cubrir por encimita toda una profunda herencia cultural de la cual yo, que un día llegué por aquí por azar, me siento recipiente y beneficiario.
Los Angeles siempre ha sido para mi como un monstruo al que debía vencer, y ahora puedo decir con orgullo que, no necesariamente lo vencí, pero al menos ya me le puse enfrente y mi estatus actual podría decirse, es que estoy dentro de su panza.
Extraño mi tierra, y como podrán notar mis amigos de Facebook, estoy siempre al tanto de lo que ocurre allá.
Regios, cuiden bien de mi cerro por favor.
Con cariño,
Saúl.