miércoles, marzo 21, 2007

Pobres Cineastas

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Al ver que los laureados directores mexicanos que acariciaron los Óscares y arrasaron con todo lo demás no se callan y hablan a favor del golpeado y menospreciado cine nacional, quiero creer que una lucecita se enciende en el negro panorama que ha asfixiado a ésta industria en los últimos sexenios.

Las demandas de los cineastas Del Toro, Iñárritu y Cuarón van en tres vertientes, dos de éstas atañen directamente al gobierno vía impuestos y legislación y la otra a los consorcios publicos y privados de Televisión.

Aquí narro mi experiencia tanto en el terreno de la burocracia gubernamental, como estudiante en escuelas públicas y en mis intentos por acercarme a entidades que manejan directa o indirectamente contenidos audiovisuales, así como mi paso por las cadenas de televisión locales.


Las escuelas públicas para formación de cineastas

Desde los 12 años yo sabía que quería ser cineasta, por lo que durante mis días de prepa, buscando opciones para mis estudios profesionales, hojée un catálogo de carreras que ofrecía la Universidad Autónoma de Nuevo León en el que aparecía la Carrera Técnica de Camarografía en sólo 2 años, impartida en la Facultad de Artes Visuales. Corrí hasta las lejísimas instalaciones de la FAV que estaban hasta el Huevo de Satán cruz con Avenida Las Torres desde mi casita en San Nicolás de los Garza. Casi dos horas de amigables, seguros y cómodos camiones urbanos para llegar a la parada más cercana y todavía caminar casi dos kilómetros cuesta arriba, pues la escuela está enclavada en un cerro.

Todo para enterarme que justo ése semestre la Carrera Técnica había sido eliminada de los programas de la Facultad, y que sólo me quedaba la opción de cursar la carrera "profesional" que constaba de cuatro años y medio. Como mi intención jamás ha sido obtener un papel que me "licencie" para hacer lo que a mí se me dé la gana de hacer en la vida, pero sin opciones a la vista, me inscribí a la carrera profesional, que para colmo de males, también estrenaba programa de estudios, para el que mi generación (advertencia textual que nos hicieron los maestros) fungiría como conejillo de indias.

Tres semestres aguanté las soporíferas clases de Teoría del Arte (?), Epistemología (¡házme el favor!), Historia del Arte con la maestra Adriana, quien anteriormente había dado clases a ¡niños de kinder!, ausencias de maestros, una biblioteca para morirse de risa (o de tristeza), dos kilómetros a la redonda sin un comedor decente (sólo un puesto con sodas y fritanga), un horario de clases que nos obligaba a pasar horas sentados en la escalinata de la Facultad perdiendo nuestro tiempo (todavía hubiera habido una biblioteca decente, para aprovechar el tiempo con una buena lectura), cero apoyo para becas a los estudiantes mortales (sólo iluminados familiares y amigos de directivos) y sobre todo, una Dirección y una planta de maestros más interesada en la grilla y en conservar su lugarcito que en abogar por los derechos y desarrollo de los alumnos.

Excepción: La Maestra Saskia Juárez, de brillante carrera como artista y pintora, con una hermosa obra emblemática de la región.

Me salí corriendo de la FAV con un gran coraje por el tiempo perdido, el esfuerzo vano y el sabor amargo que a los 17 años deja enterarse que, no importa el talento, el empuje y la disposición de aprender y participar, al aparato educativo-cultural le vales puritita madre.


Las "opciones"

Era en ésas fechas cuando en un evento cultural me topé con el entonces director del CUEC, Alfredo Joskowicz, y le pregunté que qué se necestitaba para ingresar a la prestigiada institución educativa. No sé si me estaba madreando o qué, pero me respondió que me aprendiera de memoria los 18 volúmenes de La Historia Documental del Cine Mexicano de García Riera y que presentara el exámen en la Ciudad de México para que (sin derecho a revisión, of course), si por milagro aprobaba, todavía debía posteriormente pasar una serie de pruebas para ver si era seleccionado. O sea que siguendo ésa lógica, podemos afirmar que sólo buenos macheteros son los que ocupan las aulas del CUEC.

Para empezar, ninguna biblioteca pública en Monterrey contaba con semejante colección de libros, que, al intentar comprar en el primero de mis pocos viajes al D.F., realizado casi ex-profeso, me enteré que costaba algo así como $1,000 dólares de aquellos días en la librería de la Cineteca Nacional. Para mi desgracia la Cineteca Nacional no aceptaba abonos chiquitos para pagar poquito.

Después me enteré por mi amiga María Reyes, quien asistió al famoso exámen, que éste era una burla, lleno de preguntas irrelevantes y tramposas, ideal para una selección arbitraria e injusta.

Llamé a Guadalajara para preguntar por las cuotas de la carrera de cine en la UAG y colgué el teléfono entre sollozos.

Mi única opción era viajar a Cuba o Estados Unidos, y como sin beca y sin dinero que lleves desde México en Cuba nomás no, pues parecía que mi suerte estaba echada.


Las Entidades Gubernamentales y yo

No es un secreto que para la Gordillo con su inmenso poder, para Nati con su Fórum en Nuevo León, para los que se llenaron los bolsillos con las mega obras Enciclomedia y la Biblioteca José Vasconcelos, y todo el universo de funcionarios locales, estatales y federales que tienen a su cargo espacios y programas destinados (en teoría) a la educación y la cultura, con fondos públicos (y chingos de ellos) que son sistemáticamente desviados, la cultura no es más que un botín y tan tán.

Sexenio tras sexenio, promesas van y vienen. Nada hace suponer que los sujetos que gobiernan en México "ahora sí" van a apoyar a los creadores mexicanos, ya no por voluntad, sino por que la ley los obliga.

A la colección de asnos que detentan el poder en México, sólo les importan las obras de relumbrón. De ésta regla se salvan pocas excepciones. Funcionarios que casi casi por accidente resulta que sí les interesa sanar y fortalecer el débil tejido de la cultura y las artes que enriquece a la comunidad.

Durante la gestión del Ing. Enrique Garza al frente de la Cineteca Nuevo León, en la ciudad de Monterrey, México, se apoyó la creación de talleres de verano para niños. Los talleres de Apreciación Cinematográfica, Fotografía, Dibujos Animados y Cómic así como el de Cine de Animación, que yo impartí, fueron de los primeros en su género hasta donde tengo memoria.





Qué más hubiera querido cuando era niño que haber tomado un curso de éste tipo. El mayor acercamiento a una animación que no era la que veía en la tele fueron unos cortos preciosos que vi cuando mi hermana Meche y yo íbamos a los cursos en las instalaciones de Artes Visuales que demolió Martínez Domínguez para construír su Macro Plaza. También presencié una exhibición de animación proveniente de Cuba proyectada en el Jardín Cerveza del extinto Museo de Monterrey. Mi padre nos llevó en esa ocasión y, mientras yo devoraba imágenes con mis ojos de niño de 5 años, él bebía una rica cerveza Carta Blanca.

Es un placer pues, trabajar con niños ávidos de crear sus propios universos y mostrar su visión del mundo.

Lamentablemente los cursos se cancelaron con la salida del Ing. Garza y no hubo la continuidad y expansión que este tipo de talleres debía experimentar.

Por esas épocas (2000), una noche lluviosa después de una función de cine en el Teatro Montoya, platicando con la vocal de cine del Consejo para la Cultura y las Artes de Nuevo León, quien es una capitalina egresada de una escuela cubana de cine, al preguntarle por financiamiento a proyectos de jóvenes cineastas regiomontanos, me comentaba que el CONARTE no podía tirar su dinero apoyando a los aspirantes a cineastas locales, pues en su mayoría no habían asistido a una escuela de cine, que sólo debía apoyarse a creadores con estudios formales. Quedé sorprendido con su afirmación y le informé que en Monterrey no había escuelas de cine y que tan siquiera debería el CONARTE establecer un programa de becas para mandar a los jóvenes a escuelas de cine. Dijo que eso no era competencia del Consejo y ya.

Y ahí los ves, haciendo Muestras "internacionales" de cine y apoyando al mismo circulito de siempre. Y los realizadores con propuestas honestas e interesantes, rascándose con sus propias uñas, con o sin escuela.

Y esa fue mi experiencia con la burocracia mexicana en cuestiones de cine y video.


Mi experiencia con la TV pública

No, no fue falta de ganas, o de tocar puertas.

Al canal de gobierno (28) me acerqué con ideas, hablando directamente con su director, Iñaki Alzugaray, quien nomás me pidió que le hiciera elaboradas presentaciones animadas para sus informes a cambio de un pago ínfimo, siempre con la promesa de que 'algo' se concretaría para mí más adelante. Un exitoso hombre de negocios, éste sagaz personaje ha sabido brincar administración tras administración conservando su lugar sin interes alguno por llevar a cabo la necesaria reestructuración del ignorado (por la audiencia) canal público.

Luego, financiadas por mi, propuse al Instituto Estatal de las Mujeres de Nuevo León, varias animaciones con contenidos alusivos para su programa de televisión Mujeralia, de las que sólo me compraron una, a pesar del impacto alcanzado por ésta. La Lic. Ma. Elena Chapa y su equipo, siempre con un trato fino y cordial, alegaron falta de recursos para destinar a nuevas producciones animadas.







Mi experiencia con la TV privada

Gracias a la promoción de la Alianza de Usarios del Transporte Urbano, la serie de animaciones Leyendas UrVanas fueron transmitidas al menos en una ocasión en los noticieros de todos los canales de televisión de Monterrey, en Televisa, TV Azteca, Multimedios Estrellas de Oro y Canal 28. Con ese antecedente, me entrevisté con ejecutivos de todas esas compañías (salvo TV Azteca, cuyo conductor de noticieros sólo me aceptó un DVD con mi propuesta por medio de su secre y nunca respondió mis llamadas) para proponer las cápsulas producidas por mí con la idea de insertarlas en los noticieros como espacios de comentario editorial humorístico, como los famosos Peluches de TV Azteca, pero con sello regio. Vueltas, que sí, que no, más vueltas. A nadie le interesaron.









Epílogo


Sabiendo que la única forma de realizar mis sueños era saliendo del país, vi la oportunidad cuando produje un video para unos amigos daneses que me presentó el ahora defensor de los derechos de los animales de tiempo completo Gerardo Tristán. Se trataba de un documental sobre los payasos en Monterrey, enfocado en los que ofrecen espectáculos callejeros. Filmé el documental con mi cámara VHS, editando en dos videocaseteras caseras y añadiendo la narración en danés y la música con una mezcladora Videonics.



El documental se lo llevaron Ian y Birgitte a Dinamarca y al parecer tuvo una buena respuesta, por lo que me ofrecieron ir a Dinamarca para buscar opciones de estudio para mi carrera como cineasta.

El plan era venir a California, demoler casas un rato para juntar un billete y luego brincar el charco hasta Dinamarca.

Cumplí el plan a medias, pues resultó que quedé pasmado con la situación de los mexicanos en EUA y la riqueza étnica del país (yo creía que me iba a encontrar a puros güeros, negros y alguno que otro chino) y me enamoré de Araceli.

Y pues aquí estoy en California, ante oportunidades que en mi país dificilmente iba a acceder.

Y si alguien me quiere contrariar, que le pregunte a Del Toro, Iñárritu y Cuarón si no.

Saúl Escobedo

lunes, marzo 19, 2007

Televasión

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Este cartón fue publicado en el periódico Comunicación de mi amigo Heliodoro Gutiérrez (†) en 1997. Don Heliodoro era aficionado a la televisión en español que se transmite en Estados Unidos. Mientras armábamos el periódico nunca faltaba el fondo musical, o las peleas del Show de Cristina, o las "variedades" de Sábado Gigante, los "hechos de impacto", etc.

Ahora no tengo televisión, ni me interesa ver lo que se transmite en la TV abierta, ni pienso pagar por servicios de cable o satelitales. Afortunadamente en internet puedo acceder a contenidos en español de primer nivel, muy por encima de lo que la idiotizante TV puede ofrecer.

Podcasts que se pueden escuchar usando el software gratuito iTunes, como el de Fernanda Tapia, Olallo Rubio, la BBC de Londres, Democracy Now.

Para los que no están muy familiarizados con el fenómeno de la inmigración en Estados Unidos, pues resulta que al llegar una familia a este país, lo más probable es que, sobre todo entre los mexicanos que emigran desde pequeños y asisten a las escuelas por acá, se pierda todo interés por aprender el idioma español. O de perdido, que aprendan lo que los padres les enseñan en casa y hasta ahí, sin desarrollar el idioma ni expander el conocimiento de la lengua y la cultura.

Ese fenómeno lo atribuyo a la falta de contenidos en los medios masivos que resulten atractivos para los niños y jóvenes, víctimas cotidianas del encontronazo cultural, en el que los ganadores son los que venden mejor. Y, la neta, hasta ahora, ¿quién vende mejor que los gringos?

¿Qué película en español competirá contra Cars, El Señor de los Anillos o Harry Potter?
¿Qué programas de TV mexicanos contra Survivors, American Idol, South Park o los Soprano?

Guillermo del Toro ha dado una muestra de dignidad con su Laberinto del Fauno, que no, no es una producción en español tan buena que "hasta parece hecha en Hollywood"; sino que es una película con su propio lenguaje y motivaciones, cuyo subtexto le saca la vuelta a los valores tradicionalmente promovidos por Jolibud como sustento de un sistema socio económico.

¿Qué sigue? Pues producciones hechas en EU con la calidad de contenidos y el valor de entreteminiento que fortalezcan una identidad entre los niños y jóvenes de familias hispanoparlantes.

¿Y quién las va a realizar? Existen ya productoras avocadas a estos fines. Dada la gran expansión del mercado hispano en EU, hasta empresas que históricamente nada tienen que ver con las culturas latinoamericanas, abren los ojos a las grandes necesidades y enormes posibilidades.

¿Y quién las va a transmitir? No creo que el duopolio de la TV hispana que opera actualmente. Univisión y Telemundo están más interesados en sus gastadas fórmulas confiados en sus poderosos tentáculos. Más bien la salida está en las televisoras públicas o de cable que dan cabida a producciones independientes, y por supuesto, el internet, en donde ya es una realidad el acceso automático a la diversidad de contenidos, a los que sólo les falta algo de promoción.

Y esa será la tarea para los creadores de contenidos que estamos empujando para que las otras caras de nuestra realidad sean apreciadas por éstos chavos que no escatiman en prejuicios y etiquetas hacia sus propios orígenes, fenómeno muy entendible, cuando lo único que les llega de la cultura de sus padres es la mierda que ven en televisión.

Costruír esas opciones hará la diferencia ante la situación prevaleciente desde hace más de diez años, cuando descubría con sorpresa la ínfima calidad de los contenidos que sintonizaba Don Heliodoro (y casi la totalidad de los hogares en los que se habla español) en su TV, sin opciones aparentes, ante un internet en pañales y el desinterés de las productoras frente a semejantes carencias.

Saúl Escobedo

jueves, marzo 08, 2007

Día Internacional de la Mujer

Mucho de qué avergonzarse





Crecí en una sociedad ultra machista y racista, distinguida por el rechazo a reconocer su propia condición.

Curiosamente la escuela a la que asistí tenía el nombre de una maestra de la que nadie me contó su historia: María de Jesús Castaño Guerra. En el mismo plantel, pero durante la tarde se daban clases en la escuela "1975, Año Internacional de la Mujer". Paradojas.

Cuando niño, en las casas vecinas las mujeres eran violentadas sistemáticamente. Eran confinadas al "hogar" y al "cuidado" de los niños de la tribu, también maltratados.

Las pocas madres solteras eran condenadas y etiquetadas, en muchos de los casos, por las propias mujeres.

Las chicas que caminaban por la calle tenían que aguantar ofensas y hostigamiento por parte de los hombres, jóvenes o adultos que se reunían durante el ocio callejero.

Ni qué decir de una mujer indígena. Su doble condición de vulnerabilidad la colocaba en una situación de invisibilidad. A nadie le importaba su origen, si hablaba otra lengua ni lo que le ocurriera.

Crecí rodeado de mujeres que representarían a la perfección a lo que el Pendejente Fox se refería con lo de "lavadoras de dos patas". Mujeres con sus cuerpos deformes, sin ilusiones, sin esperanza.

Las vecinas, mis maestras, las que acudían a misa, las que hacían fila en las tortillas, las que salían a la calle para barrer y platicar, las que ponían sus mecedoras en la banqueta. Todas mostraban las heridas abiertas del menosprecio, de la opresión y de la decepción.

Lo peor es que las cosas no han cambiado mucho. Nada relevante ha pasado para que alguna de ellas o sus hijas o sus nietas adquiera una nueva conciencia. La aparente modernidad que reflejan las jóvenes, no se traduce en una real revalorización de su rol en la sociedad. Más bien atiende al juego laboral que requiere más mano de obra barata y desesperada.

Las insuficientes campañas de educación sexual y control natal, sus contrapesos religiosos retrógradas, los contenidos manipuladores y enajenantes de la televisión y los medios en general, el acoso y la condena de la sociedad ante un proceder libre e independiente siguen robusteciendo el estigma de ser mujer.

Celebro a las mujeres que han podido sortear las atrocidades comunes y sistemáticas que se cometen contra su género.

Me avergüenzo de mis congéneres que no alcanzan a entender el delicado equilibrio que se rompe cada vez que violentamos la integridad de nuestras madres, nuestras hermanas y nuestras hijas.

Me compadezco con las víctimas de la deshumanización y de la insensibilidad que tanto hemos cultivado como acosadores, como soldados autómatas, como policías corruptos, como capataces explotadores, como políticos déspotas, como tiranos, como violadores, como asesinos, como jueces y verdugos.

Alto a todo tipo de violencia. Alto a los gritos. Alto al maltrato psicológico. Alto a la discriminación de género.

Todos ganaremos al emigrar hacia una nueva actitud.

Evolucionemos.

martes, marzo 06, 2007

Hongo Productions fully functional



Después de un ajetreado final de año 2006 y un incierto inicio de 2007, ya dejamos atrás la cuesta de enero y el febrero loco para entrar de lleno a marzo otro poco (los nacidos en marzo siempre tenemos 'otro poco') y puedo anunciar con gusto y regocijo que estoy haciendo lo que me gusta y casi al ritmo que quiero.

El fin de semana pasado participamos en el 48 Hour Film Sacramento 2007, en el que el reto era realizar un corto de entre 4 y 7 minutos en tan sólo 48 horas. Al inicio, los líderes de todos los proyectos debían juntarse el viernes en la noche en el 'Cuartel general', que son unos estudios de TV al norte de la ciudad, para sacar de un sombrero el papelito en el que se indicaba el género del film, el nombre que debía tener uno de los personajes, un 'prop' u objeto que debía usar uno de los personajes y una línea que debía ser mencionada por cualquiera de los personajes.

Así que echando mano de mis estrellas exclusivas, Araceli y Mateo, salí a las calles de Sacra con cámara en mano y nos divertimos de lo lindo para construír un día en la vida de Stella, personaje que protagoniza el cortito y que da nombre al mismo.

Con la ayuda del poeta James Michael, de Joselo mi cuñado y de Ernesto Delgado, en cuyo restaurante El Patrón grabamos un par de escenas, pudimos completar esta producción para entregarla así barriéndonos en home.

Llegamos mi amigo Seitu Coleman casi a la hora fatal del domingo en la noche, todavía con el DVD quemándose en mi portátil y extrayendo el disco ante las cámaras de la TV y la emoción de los presentes, casi todos productores jóvenes muy entusiastas.

Changuitos para que nos vaya bien en este concurso.

Incluyo en este blog el último cortito animado en el que narro más peripecias de Mateíto. Ésta es la primera de dos animaciones que quiero hacer con el tema, y quién sabe, si pegan, igual me aviento a hacer una seriesita.

Aquí les van unos trazos de lo que será el próximo cortito. ¡No se lo pierdan!









A mis amigos animadores, les recomiendo el blog de John K., que está mejor que nunca, aventando la casa por la ventana y narrando secretos de la industria de la animación.