martes, enero 23, 2007

El Dios más venerado

I have a dream
1989 Saúl Escobedo. Tinta sobre papel.


Parece que Felipe Calderón está cumpliendo su promesa de campaña, pues será recordado como el presidente del empleo, o sea que durante su presidencia, en lugar de tener dos chambas para librarla, ¡los padres y madres de familia mexicanos van a tener que chambear en tres o cuatro lugares por piocha para poder subsistir!

Pero han de estar muy contentos todos lo que votaron por Felipe que ahora sí vamos a tener un chingos de polecías. Eso sí, la ley y el orden.

Súbanle el precio a la pinche canasta básica todo lo que quieran, al fin y al cabo ya llegó Felipín vestido de militar para reprimir a las hordas de inconformes de siempre, que nomás les gusta andar desestabilizando al país, ahora con la excusa de quesque sus niños tienen hambre. ¡A la horca todos!

Al fin y al cabo todo mundo sabe que entre más policías = menos crimen. ¡Sí cómo no!

Y es más, ahora que Felipe anda otorgando las nalgas de todos los mexicanos a los gringos, pues ya que, después que termine de regalarles a los capos de la droga, que envíe pues tropas armadas mexicanas a Irak, a Irán a Corea del Norte o a donde se les antoje a los misters para que luchen hombro con hombro contra el terrorismo, faltaba más.

Pero la verdad es que Felipe Calderón no es importante. No lo fue Vicente Fox, no lo fue Zedillo, ni CSG ni MMH.

Los que están saqueando a México desangrándolo hasta la última gota (o hasta la última semilla de maíz) son las transnacionales, ya no digamos gringas, que ni americanas son ya. Son entidades sin patria y sin valores, pero con un credo.

Digamos que representan el alma del dinero.

Suena un poco mamón, pero imaginen que el dinero tiene alma, espíritu. Y que ése espíritu se encuentra en cada monedita, en cada billete, tarjeta de crédito, giro postal, pagaré, voucher, factura, etc. En cada lugar donde aparezca un $, o un €, o una ¥.

Y que se manifiesta en cada compra, transacción, depósito, retiro, interés generado, deuda.

Entonces estamos hablando de un espíritu prácticamente omnipresente en la humanidad. Una presencia intangible que alcanza todos los rincones del planeta. Que es capaz de hacer y deshacer con su poder casi ilimitado.

Y con esos antecedentes, ¿no estaremos hablando de un espíritu superior?, ¿de una deidad?

¿Un dios al cual sus seguidores, sus fieles (cualquiera de nosotros), dispersados alrededor del mundo lo alaban, lo invocan, gozan o sufren en su nombre y se postran ante él?

Un dios con una religión definida (más no reconocida) con sus templos (bancos, tiendas, casas de bolsa, malls) sus jerarquía eclesiástica (ejecutivos, CEOs, corredores de bolsa, financieros), sus símbolos religiosos (puntos en la bolsa, bonos, coches de lujo, playmates, acciones, Las Vegas, los logotipos de las corporaciones, etc. Podríamos hacer un escudo de armas con ésto) y sus rituales (la especulación, la explotación, la pugna por el petróleo, el narcotráfico y la lucha anti-narco).

Ya como que tiene forma, ¿verdad?

Claro, que como en toda las religiones, la base son los fieles. Los seguidores que ven con asombro cómo a los grandes maestros se les revela el misterio. Porque ésos profetas han visto la luz y viven ya en la gloria eterna. Claro que a los pinches seguidores del montón siempre les toca el sacrificio, la penitencia y la zozobra del pecador.

Pero aún así, tanto a los iluminados como a sus seguidores, les encabrona y les reemputan los que no comulgan con su fe.

Y por ello no pueden aguantar que haya comunidades que rechacen o ninguneen el poder de DIOS.

¿Cómo chingados puede haber comuneros que digan "ya con el producto del trabajo de tres meses nos alcanza para sobrevivir y descansar el resto del año"?

¡Nooooooo! ¡Eso no puede ser! –Dicen los fieles al Dios Dinero– No entra en nuestro decálogo que reza en su parte más importante: Explota bien sin mirar a quién.

¿Cómo puede haber indígenas chiapanecos, oaxaqueños o guerrerenses que les importe más coexistir con la naturaleza en lugar de ambicionar más y más dinero?

¡Muerte o Maquiladora Eterna a todos ellos!

Para los fieles de la fe del dinero, es preferible tratar con un narco matón o con un banquero ratero que con un ambientalista o un defensor de los derechos humanos y más bien culpan a éstos últimos de la debacle económica y social del mundo.

Para cualquiera de los fanáticos del dinero es mucho más ofensivo que le llamen huevón a que le llamen transa. Les molesta más escuchar la palabra prestaciones que trabajo infantil. Y cuando escuchan la palabra caridad no significa mas que otra oportunidad para hacer negocio o no pagar impuestos.

TEST PARA SABER SI USTED ES
UN FANÁTICO DEL DIOS DINERO
¿Cuál de las dos imágenes de abajo le causan más angustia?
Escriba su comentario.


1990 Saúl Escobedo. Tinta sobre papel.

1999 Saúl Escobedo. Tinta sobre papel.
Click a las imágenes para ampliarlas


En fin, es el dinero una religión en todos sentidos. Lo que no saben los seguidores (que no los sumos sacerdotes) es que en esa religión existe el sacrificio humano. Y éste se presenta de muchas formas, cobrando miles y miles de víctimas cada día. Ya sea poco a poco de enfermedades adquiridas en centros de trabajo a cambio de un salario o por consumo de drogas, o por extracción de órganos para el mercado negro o por la misma represión hacia los no fieles que tienen dudas y se rebelan.

Y ahí entra un personaje como Felipe Calderón. Que ni actúa como presidente, ni como político, ni con conciencia social. Es más bien como un capataz preocupado por el buen funcionamiento de la gran maquiladora en la que quieren convertir a México. Desesperado por controlar el mercado de la droga, de las apuestas, de la prostitución, la explotación infantil, el hambre, los transgénicos y obviamente, por propagar la fe del dinero mediante los argumentos globalizadores, libremercadistas y macrofinancieros. Y si no creen, chequen las estadísticas de los sexenios desde Miguel de la Madrid en todas ésas áreas y díganme si no parecen el resultado de una cuidadosa estrategia para convertir a México en lo que hoy es.

Las cosas buenas de nuestro país han permanecido no gracias a nuestros gobernantes, sino a pesar de ellos.

Y aún hay disidentes de la fe del dinero, y aún hay románticos que pensamos que todo puede ser distinto.

Que creemos que debe haber menos policía y más educación.

Más cultura y menos represión.

Menos dogma y más diálogo.

Menos ambición y más espiritualidad.

Menos dinero y más bienestar.

Y esto no es otra religión. Más bien es evolución.

viernes, enero 19, 2007

Sexo sin condón

Hace 20 años tener relaciones sexuales sin el uso de preservativos era algo muy normal, incluso entre personas que las sostenían sin conocerse, dentro de una relación casual.

Después del anuncio de la muerte del actor jolibudense Rock Hudson a causa de una enfermedad extraña de la que nadie sabía nada, sonaron las alarmas en los medios masivos y luego comenzó a informarse sobre la epidemia. De hecho, recuerdo que poco a poco palabras como condón y homosexual, que antes eran malas palabras impronunciables en las casas decentes se fueron haciendo de uso común.

Ahora, hasta las madres más persignadas recomiendan a sus hijos adolechondos que no salgan sin su condoncito.

Ya muerto el niño.

Después de muchas muertes, y ante el sufrimiento de millones de personas. Y las que faltan.

Sólo hasta después de que murió una estrella de cine se comenzó a "informar".

Sólo hasta que se volvió buen negocio, pues los periódicos amarillistas y los programas de televisión basura tipo Primer Impacto, propagaron la "información" de la pandemia que se venía. Y de paso impulsaron y propagaron nuevos prejuicios en base a las preferencias sexuales de las personas. "Es un castigo de dios".

Total que la verdadera información, la que salva vidas, está muy lejos de llegar a la gente. Los esfuerzos de Organizaciones No Gubernamentales no son suficientes y se topan por supuesto, con la serie de pendejadas propagadas por la iglesia católica (ahora muy amiguita de los panistas en el poder), y otras organizaciones retrógradas y con carta blanca para condenar y atacar a los pocos que están haciendo algo útil ante la tragedia del SIDA.

Ahora entonces, el gran negocio del SIDA es que, ante la incomprensión general de la sociedad, sean los individuos infectados y sus familias, evaporando su patrimonio e incluso endeudándose hasta los órganos, PAGUEN los carísimos cocteles para paliar la enfermedad, sin ayuda de las instituciones e incrementando las ganancias de los grandes monopolios farmacéuticos que nuestro pendejo gobierno no puede enfrentar para que, o bajen los precios, o, como en Brasil, para permitir que otras compañías fabriquen y distribuyan los medicamentos a precios mucho más bajos como una prioridad humanitaria.

Negocios, negocios.

Bueno, estamos ante una situación igual o peor.

Pues se trata de los alimentos.

Del alimento milenario generado en México y que ha sido patrimonio de generación en generación, aportando nutrientes para los miembros de prácticamente la totalidad de los hogares mexicanos.

Que la tortilla ya subió de precio. Que es escándalo nacional. Que ahora va a ser casi imposible para los que ganan el Salario Mínimo obtener la ración de alimentos, llevar incluso las veneradas tortillas a la mesa de sus hogares.

Felipe Calderón, el presidente recién impuesto a los mexicanos, lanza una serie de situaciones y declaraciones de emergencia:

1.- Se deslinda del problema y aduce que todo se debe a "las leyes del mercado que hay que dejar actuar libremente".

2.- Luego, ante la crisis, "ordena" el control de precios. Caos, firmas de tratados, etc.

3.- Se olvida de todas sus promesas de campaña y nos informa a los mexicanos que "No hay fórmulas para el crecimiento". Por ende, seguirá experimentando con los únicos elementos que conoce (o que le imponen sus poderosos cuates): Globalizaciones, Libre Mercado, Atraer Inversión (léase bajarle los calzones más a los mexicanos y mexicanas), Apoyo a la Industria, etc.

4.- Se sabe que los culpables de la crisis son los acaparadores y especuladores (amiguitos, of course, de Felipín) que no permiten que llegue el producto a los consumidores, provocando la alza criminal de precios. No hay investigaciones por parte de las autoridades competentes, y todo se va a cazo roto.

5.- Un miembro del gabinete presidencial desliza le posibilidad de introducir el maíz transgénico como una solución a este problema. Curiosamente, la gente de las compañías que comercializan éstos productos utilizan la misma retórica del gabinete y de Felipe Calderón, que hay que entrarle a la globalización, que México está estancado, que hay que modernizarse y no escuchar a las voces del pasado que están siempre inconformes con todo y de pasada son appistas y lopezobradoristas.

Ya salió el peine.

Está el crimen, las motivaciones y los sospechosos.

Lo que no hay es información sobre el botín de esta intriga.

De lo que se trata es de apropriarse del maíz de México. Así de sencillo.

Y la información que no llega al ciudadano común es que México está ante la apropiación de los cultivos de maíz por parte de un puñado de empresas transnacionales, que ahorita muestran la mejor de sus caras (como quiera muy fea), pero luego, cuando cumplan con sus objetivos inmediatos, nos la van a dejar ir hasta el fondo. Sin condón.



Y entonces ésta crisis del maíz será recordada como una crisis bebé, comparada con lo que se vivirá en el país.

¿Quién sabe qué son los transgénicos? Levante la mano.

¿Quién sabe cuáles serán las consecuencias de su introducción al campo mexicano?

¿Porqué en otros países desarrollados son prohibidos?

¿Quiénes saldrán beneficiados con ésta "estrategia"?

¿Realmente se necesita otro intermediario en la cadena productiva?


Tiene los elementos, ¿no? O sea:

a. Noticia escandalosa (Rock Hudson/Crisis de la tortilla)

b. Campaña anti-informativa (los medios condenando a los homosexuales, sin promover de forma efectiva los métodos de prevención/Los medios condenando a los opositores de la introducción de transgénicos y en cambio, urgiendo entre líneas o abiertamente la introducción de éstos últimos)

c. Soluciones que implican un gran costo para los afectados, proveídas por empresotas con todo el poder (tratamientos impagables/granos de la tortilla controlados por monopolios que pondrán sus propias condicione$$$)


Y quizás, si lo pensamos bien, éstos son los ingredientes de los grandes despojos de la era moderna en México: FOBAPROA, Rescate Carretero, TELMEX, financiamiento policiaco ante el narco, TLC, etc.




¡La historia se repite México!

Y nosotros estamos dejando que, nuevamente una bola de "empresarios" sin escrúpulos vengan a despojar lo que queda de nuestro ya golpeado país. Por lo pronto nuestra tarea es informarnos. ¿Dónde está la información sobre los transgénicos? ¡No la hay fácil de conseguir! Y peor en español. Hay que buscarle.

Paso unos linksitos de las notas que me han puesto a pensar:

10 razones porqué decir NO a los OGTs

Biocombustibles y transgénicos

"Nada" han hecho contra el hambre los transgénicos

Los Organismos Transgénicos: peligro para la agricultura sustentable

Transgénicos, amenaza para los bebés


¿Arboles transgénicos? No, gracias

Se alió México a EU para boicotear obligación a etiquetar transgénicos


Café, ataúdes, transgénicos

etc





miércoles, enero 17, 2007

Yo fui católico

Bautizo
Actualmente vivo en la ciudad de Sacramento, pero los scramentos que recibí, tuvieron lugar en mi natal Monterrey. Fui bautizado por la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana poco después de nacer en 1973. Mis padrinos fueron Licha y Adolfo (†)



¿Cómo está su conciencia?

Fue la pregunta que reiteradamente hacía la periodista Sanjuana Martínez en la entrevista telefónica que sostuvo con el padre Nicolás Aguilar, acusado de abusar sexualmente de hasta 90 niños en México y Estados Unidos y que enfrenta una orden de aprehensión en este último país. El proceso en E.U.A. se extiende al arzobispo primado de México Norberto Rivera, quien ha negado haber protegido al sacerdote pederasta.

Esa es la iglesia católica.

Y en México, ésa es la manipulación que los círculos de poder hacen de las leyes, al solapar los crímenes de quienes se suponen deben ser un soporte espiritual para la gente. Los Legionarios de Cristo, grupo católico que incluye a gente poderosísima en México, también ha sido el centro del escándalo al también haber sido acusado su fundador, el padre Marcial Maciel, de abusar sexualmente de niños mexicanos años atrás. Los testimonios de las víctimas son estremecedores. Y formaron parte de las últimas emisiones del programa Círculo Rojo, conducido por Carmen Aristégui y Javier Solórzano, producción sospechosamente cancelada inmediatamente después.

En ambos casos la justicia mexicana ha actuado con tortuguismo, desprecio hacia las víctimas e incluso con el asedio y amenazas a los denunciantes, quienes han tenido que pedir asilo en Estados Unidos.

¿Cómo está su conciencia?

Es una pregunta importante. Es una pregunta clara. Es una pregunta que cualquier persona sana debería poder contestar. Bueno, el padre Aguilar no fue capaz de contestar.

Confirmación
Mi segundo sacramento. En la foto aparezco con mi queridísimo padrino Toño.
¿Alguien podría explicarme qué es la confirmación?



Nací en una familia conformada por una nuevoleonesa y un zacatecano. Ambos comulgan con la religión católica. Una tradición familiar que me inculcaron desde pequeño.

De niño yo era un buen católico. Iba a la iglesia sin chistar a presenciar aburridísimas y largas misas, oficiadas por el sacerdote Raúl en la Parroquia de San Jorge Mártir. El padre Raúl era lo que yo llamaría un burócrata de la iglesia. Celebraba misas sin corazón, sin sentido y aparte ininteligibles, pues se escudaba en un deficiente sistema de sonido instalado en la iglesia en el que la voz de quien estaba ante el micrófono se perdía entre ecos, ecos, ecos.

En ese sentido ir a misa era un verdadero acto de fe. Era como escucharla en latín. Por un lado, no se entendía nada, y por otro, lo poco que entendías era irrelevante, pues no tenía sentido, pero eso sí, todo era Palabra del Señor.

Como buen niño católico, rezaba todas las noches, antes de dormir. Arrodilladito en mi cama, platicaba con dios. Le contaba cómo me había ido en mi día, agradecía las bendiciones recibidas y pedía por mis padres y mi familia y el mundo entero, faltaba más. Dios era mi amigo.

Claro que fui al catecismo. La catequista era una guapa muchacha que nos prodigaba mucho cariño a los niños que asistíamos a la clase. El catequismo consistía en memorizar algunos rezos y cánticos que venían en un librito de unas 8 páginas que nos regalaban. La portada del libro presentaba en close up la cara a una niñita morena con unos enormes y bellos ojos negros, aparentemente arrodillada ante el altar y viendo hacia arriba con devoción como si, literalmente, la Virgen le hablara. Los textos de dicho librito, impresos en papel chafísima, parecía que eran filtrados por el mismo sistema de sonido de la parroquia. No se les entendía nada, de nada.

Pensaba yo que a mis tiernos 7 años iba a encontrar en el catecismo las respuestas a las dudas que ya a esa edad me acechaban día con día. ¿A poco era verdad lo de Adán y Eva? ¿Existe el infierno? ¿Si es pecado mentir, por qué todo mundo miente? ¿Si no pueden tener hijos, por qué se les dice Padres a los sacerdotes?

Ni una respuesta. Pobre de mi catequista, la acorralaba con mis preguntas, y ella sólo atinaba a contestar que la santísima trinidad, que Dios es Cristo y el Espíritu Santo al mismo tiempo sí, pero no, pero o sea que en fin.

Primera Comunión
Mi padrino Felipe tiene un rancho en Tamaulipas en el cual disfruta su retiro. ¡Perdón por no visitarlo, padrino!
A la izquierda aparece el actor Paul Giamatti, invitado especial a la celebración.



De todas formas, fui el primer niño en terminar de memorizarme el librito del Catecismo y mi bella catequista me regaló un jueguito de la memoria (financiado por ella misma) y me dio un besito. Terminé haciendo mi primera comunión, recibiendo por primera vez el cuerpo de Cristo. No entendí de qué se trató todo. No sentí nada especial.

Arriba: El padre Raúl. Abajo: mi prima Cinthia, mi madrina Ofelia, un servitur y mi santa madre.


¡Lo mejor de mi Primera Comunión fue el pastel que preparó mi mami!


A la izquierda, la familia Martínez y a la derecha, mi abuela Mague, que también es Martínez, pero de otros.



El padre Raúl se fue de la parroquia sin mucho boato. No recuerdo haber visto a nadie lamentándolo.

Luego llegó el Padre Buky. No recuerdo su nombre, nomás recuerdo que le apodaban el Buky, por su parecido a Marco Antonio Solís. Así tez blanca, barbón, greña larga, etc. Tenía un estilo pausado para hablar, con una voz clara y profunda. Hasta en alguna ocasión escuché a alguien decir que se parecía a "diosito".

El padre Buky era más bueno para las relaciones públicas. Era un convocador, movía a las señoras para acá, y ya movía a todos los jóvenes por allá y que si la kermesse, y que si la rifa y que si las fiestas de la parroquia. Vaya, tenía liderazgo y lo usaba.

Los discursos de sus homilías tenían más sentido, sabía estructurar bien las palabras, le echaba enjundia en el momento adecuado, tenía alguna noción del movimiento escénico y andaba de un lado para otro del altar moviendo las conciencias de la feligresía.

Todas estas habilidades rindieron frutos.

La casa parroquial se amplió, construída con puro ladrillito, como la nave principal de la iglesia. Dos pisos, acabados de lujo, aire acondicionado, mármol y una Explorer blanca del año a la puerta. Le iba muy bien al Buky.

Ya para entonces, yo no tenía ningún entusiasmo con asisitir a las misas del Buky. Ya me había leído dos o tres libritos muy ilustrativos y tenía amigos inteligentes con quienes tenía largas conversaciones filosóficas que nada tenían que ver con la fe católica. Más bien, veía con coraje cómo el Buky manipulaba a la gente y se daba vida de rico.

Cuando estaba en la secundaria dirigí una pastorela en la que también aparecía como el diablo. Esta pastorela ganó el primer lugar de nuestra Zona Escolar en el Certamen de Pastorelas. Tenía un elenco de lujo y la gente se desternillaba de risa al verla. Estaba emocionado con mi pastorela y decidí que no tenían que limitarse sus presentaciones a las del Certamen, sino que debía ser presentada para que toda la gente la viera. Así que fui con el Padre Buky para ofrecerle que la pastorela fuera presentada en las fiestas decembrinas de la iglesia. Sin costo alguno. Aun había tiempo y mis compañeros del grupo estaba dispuestos a presentarse.

Fui con el Padre y ahí estaba, como en imagen de barajita, rodeado de niños y jóvenes que él veía con gesto bondadoso.

Éste no era un burócrata de la fe, quise creer. Éste sí se movía y me va a escuchar y quizás hasta me apoye para que la humilde producción de mi pastorela crezca para ofrecer un verdadero espectáculo al público y hasta para iniciar una tradición: La Famosa Pastorela de la Parroquia de San Jorge Mártir.

Pues en pocas palabras el Buky me mandó por un tubo con todo y mi trinche y cola de diablo, condenándome a las llamas del infierno y convirtiéndome en lo que soy hoy, un resentido demoniaco. Eso sí, lo hizo tranquilo, con una sonrisa con toda diplomacia, mandándome con el "Coordinador de los jóvenes" un chavo mayor que yo, fresita (posiblemente de una colonia más acomodada), que ante su propio séquito de admiradores y admiradoras, me dijo que no, que ya tenían preparando una pastorela con producción de la iglesia. Claro que nunca nadie vio la presentación de esa pastorela. O sea, el Padre Buky me mandó a una de las Trampas de la Burocracia de la Fe.

A la edad de doce años tuve mi última conversación con diosito. Arrodilladito en la cama superior de la litera que compartía con mi hermano, y ante la imagen de la Virgencita de Guadalupe, le notifiqué al todopoderoso que ya no creía en él. Que las dudas se convirtieron en certeza. Que las mentiras fueron muchas. Que la hipocresía me revienta. Y que es más, ya para qué seguía hablando con él si ya no creía que me estaba escuchando. Me brinqué la parte en la que me persinaba (o persignaba, nunca había escrito esta palabra), me acosté y dormí como cualquier otra noche.

En una ocasión mi madre, preocupada por mi resistencia a acompañarlos a misa, le ordenó a mi padre que hablara conmigo y me pusiera en mi lugar. Era una mañana de domingo en la que el periódico El Norte venía más choncho y traía la sección de monitos a colores. Mi papá leía a Lorenzo y Pepita cuando recibió la súplica de mi madre. Papá me llamó y comenzó con su esfuerzo por enderezarme.

Vamos a suponer que Cristo no era hijo de dios, –comenzó mi padre– vamos a decir que era un hombre que había decidido hacer el bien a sus semejantes sin mirar a quién. Que si alguen lo ofendía él en lugar de regresársela, metafóricamente "daba la otra mejilla". Que veía sin miramientos a las personas sea cual fuere su condición. Que pensaba que era más importante el amor que las riquezas. Que había decidido llevar una vida humilde y llena de amor y compasión.

Entonces, –siguió mi papá– ésa es la onda con Cristo, él quería que todos fueramos buenos y nos amáramos los unos a los otros ¿qué te parece?

Pues sí, me late –contesté.

Pues así de sencillo. Ya. Si tu decides ir por la vida con esa filosofía, serás un buen cristiano, y si decides ir o no a la iglesia es cosa tuya. Y por mí, no vayas, quédate aquí, porque la misa es bien aburrida, yo nomás voy para acompañar a tu mamá –Concluyó .

Mi madre medio escuchaba complacida desde la cocina, pues al sentir la armonía de nuestra conversación, seguro creyó que papá me había convencido de ir a misa.

No sé qué le dijo mi papá a mi mamá, pero a partir de ese domingo mamá (con profundo dolor en su corazón) ya no me forzó a ir a misa.

Mi hijo Mateo será bautizado si él así lo decide siendo una persona consciente de lo que hace. Ésa es su prerrogativa.



Curiosamente años después no me perdía la misa de los sábados, y en algunas ocasiones ni la de los domingos.

Había sido contratado para grabar en video bodas y quinceaños. Así que semana tras semana visitaba los templos y estaba más atento a las palabras y movimientos de los sacerdotes que la mayoría de los feligreses. Y qué bárbaros los padrecitos. Era una aventura lidiar y negociar con ellos. Las cuotas que cobran para que la gente pueda filmar sus sacramentos en el Templo de Dios. Obviamente en una parroquia ubicada en una zon más lujosa, pues cobraban más.

El asunto del estatus en las parroquias es importante. La gente no se quiere mezclar con los de distinta posición social. Así que los que viven en una colonia popular que quieren sentirse "de la high" pues van a la Parroquia del Rosario en la Roma, o a Fátima en la Del Valle, quesque porque el Padre de ésas parroquias "habla más bonito".

Y tienen razón, entre más jodida la colonia donde está la parroquia, los padrecitos tienden a ser más regañones y exigentes con su feligresía. Son mayores las amenazas de castigos por los pecados cometidos, todos son como más pecadores. El tono de hablarles a los parroquianos es más seco y despectivo. Ah, y según el sacerdote todos son unos codos que se hacen sordos y no se mochan con la limosna. En cambio en las iglesias de colonias lujosas, todos somos hermanos, el perdón de dios es infinito, peace and love. Y a mí no me cuentan, estoy hablando de cuatro años de haberle dado varias vueltas a las parroquias de la muy católica Área Metropolitana de Monterrey.



He de tener una fijación mala leche con la iglesia católica, pues en mis producciones las imágenes relacionadas a ésta ocupa un lugar predominante.



Esa fue mi historia con la fe católica.

Y confirmo mi postura al escuchar con asco la voz del cardenal Norberto Rivera haciéndose pato tratando de desactivar con mentiras (y super bufetes de abogados carísimos) la bomba que pronto le va a explotar. Ésa es la jerarquía católica de México. Demasiado poder. Demasiada riqueza. Mucha corrupción. Putrefacción.

¿Y cómo está su conciencia Cardenal Rivera?


miércoles, enero 10, 2007

IPhone


Ayer Steve Jobs presentó IPhone.

Realmente me emociona la forma en que este güey presenta sus productos, es el showman de la tecnología.

Durante su presentación, Jobs hace un rápido recorrido por la historia de Apple y sus momentos clave, en los que introdujo al mercado los dispositivos que cambiarían la forma de interactuar con las computadoras. La Macintosh, con una pantalla en la que puedes ver de todo tipo de cosas y un ratón para señalar, elegir y "arrastrar" etc., la "rueda" del Ipod y ahora el IPhone.

O sea, el vatito se las está dando de que ya revolucionó a los teléfonos celulares, las computadoras, la música y la forma en que apreciamos el mundo digital. ¿Y saben qué? Le creo.

Soy usuario de Apple desde hace muchos años, pero mi historia con las computadoras se remonta un poquito más allá. Y así como le hizo Steve Jobs, yo voy a hacer un recuento de ésta experiencia.

Corría el año de 1985. Yo, que era un adolechondo que no se despegaba de la tele, me alimentaba de fantasías cibernéticas (al no tener aún acceso a una novia que me mostrara el otro lado de la vida) que eran presentadas en el cine y la televisión. Películas como War Games, Cloack and Dagger, Short Circuit, Star Wars y series de TV como Automan, Whiz Kids (Chicos computarizados, en México) etc. mostraban a una nueva generación de héroes que usaban la tecnología de las camputadoras como el arma o la herramienta que los acompañarían durante sus aventuras.

Mientras ya muchos niños de la cuadra gozaban de un Atari, Coleco o Intellevision y habían ingresado a la era "digital", yo me conformaba con ver la tele abierta, tocar mis discos LP o jugar soccer con mi Mattel Electronics (yo la había pedido de beisbol, pero nel).

Mi padre, quien ya estaba involucrado en la era de la computación, me invitaba de repente a sus cursos de informática en las instalaciones de la Universidad Autónoma de Nuevo León (U.A.N.L.), en la Facltad de Ingeniería Mecánica y Eléctrica (F.I.M.E.). Pues ahí en F.I.ME. tenían una computadora. ¡Y qué computadora! Una serie de gabinetes así negros muy bonitos, con cubiertas de cristal, muchos foquitos multicolores, botones de todos tamaños y carretes de cinta que giraban poquito, y luego mucho, y luego se regresaban, y así.

Mi padre usaba tarjetas perforadas para comunicarse con ella. Era preciosa. Enorme. Me gustaba ir y sentirme como en un set de Star Wars.

Llegó el inevitable día en que le pedí a mis padres un Atari.

Lamentablemente nunca supe explicarles lo que era. Fuera de un juego caro, ellos no entendían que se trataba de mi pasaporte a la modernidad, a nuevos universos digitales, mi primer paso a mi futuro estilo de vida en armonía con la informática y la cibernética.

Pos no.

Pero mi padre me dio una esperanza. Al decirle yo que, el Atari efectivamente se trataba de una computadora, pero una en la que los juegos (el software) ya estaba previamente diseñado y por ello tenía grandes limitaciones creativas. Mi padre me dijo: Prefiero comprarte una computadora de a deveras para que tu programes tus propios juegos. Recibí la respuesta con cierta incredulidad, pero al no quedarme de otra, abracé la idea de que un día llegaría a tener mi propia computadora.

Cuál sería mi sorpresa que al poco tiempo, leyendo el periódico, vi un anuncio de las tiendas Soriana en la que aparecía una computadora por sólo $150,000.00. Estoy hablando de los pesos mexicanos de aquellos años, antes de Salinas y sus Nuevos Pesos.

¡Guau! Una computadora por una cantidad que yo sabía que mi papá podía pagar.

Le mostré el anuncio a papá y para mi asombro, me llevó ese mismo día a la sucursal Universidad de Soriana y me compró, no sólamente la flamante Commodore 16, sino su unidad de caset Datassete y dos o tres manuales para aprender a programar en lenguage BASIC. ¡Órale!

La computadora Commodore 16 se trataba de un teclado color negro con teclas grises y un foquito rojo que te indicaba si estaba prendida. Se conectaba a la tele, en la que aparecía un texto que decía:

READY:

Seguido de un cuadrito intermitente que era el cursor.

De ahí en delante, ¡a teclear! No mouse, no nada, pura programación. Para todo era SEARCH, LOAD, GOTO, RUN, etc. Lo más grave: Mi papá no me compró un sólo jueguito. Todo lo que hiciera en la computadora, lo tenía que crear desde cero. Laaaargas horas tecleando enormes listados para hacer un juego del ahorcado, un gato, un simón. Esos eran los programitas que venían en los libros de BASIC. Y despuees de teclear miles y miles de palabras a veces sin saber de qué demonios se trataba... ¡chíngale! la computadora detectaba un error que impedía el desempeño del programa. Y a checar tooodo el mugrerete otra vez, hasta encontrar el punto, la coma o el caracter que faltaba, sobraba o todo lo contrario. Y otra vez la historia.

Y ¿saben qué? Qué divertidotas me daba. Me encantaba mi computadora. Descubrí los secretos del Atari y los demás sistemas de entretenimiento. Luego ya cuando iba a casa de mis primos y sacaban sus consolas de juegos, yo ya no las veía con ése encanto de tiempo atrás, pues había conocido las tripas de la programación. Bueno, así me sentía.

Después de un par de años de intenso trabajo con mi Sigma Commodore 16 (la empresa que distribuía en México estos equipos se llamaba Sigma, y chafamente rebautizaron el producto y reetiquetaron todas las identificaciones en el aparato), llegó el día en que, después de días de concentración para terminar de programar un software de mi creación en el que el usuario usaba las flechitas del teclado para mover un puntito que iba dejando dibujada una rayita del color que seleccionara, me apareció en la pantalla el letrero OUT OF MEMORY y me fregó mi programita de dibujo y todas mis horas de trabajo. Mi Commodore 16 tenía pues, 16 Kilobytes y me los había acabado con este proyecto. No tenía disco duro y no había almacenado la información en mis cassetes de audio que usaba en la unidad Datassete. Ya no volví a usar mi computadora para cosas serias. En fin, después de un tiempo, quedó relegada a un rincón en el clóset, pues yo necesitaba más poder, más capacidad, más, más, ¡¡¡MÁAAAS!!! ¡MUACA, MUACA MUACA!

Autorretrato de aquellos tiempos en el que aparezco yo, mi tele Philiphs modelo Vallarta y la Commodore 16 (a la altura de mi cabeza). Mero abajo del mueble se aprecia la caja original en color verde de la que fue mi primera computadora.


Me brinco la clase de computación de la prepa porque fue una cosa ridícula e inútil.

Años después, Cuando fundamos Jaime Domenech, Beto y yo la marca de ropa Hongo, Art for the Masses, mientras andábamos buscando proveedores de serigrafía, nos topamos con la empresa MISODI Publicidad, en donde nos atendió su dueño Felipe Camelo Schwartz, quien nos abrió las puestas de su empresa, dejándonos imprimir ahí nuestras camisetas sin ningún costo. A cambio, ya que mi exsocio Beto (no recuerdo su apellido) era instructor de computadoras Macintosh, pues le ofrecimos unos cursitos al hijo de Don Felipe, el Felipe Jr.

Logo de la marca Hongo, Art for the Masses, que le da nombre a este blog

Pues los cursos quizás los aproveché más yo que el mismo Felipe, aún más emocionado por la música y los automóviles que por las computadoras. Los cursos se impartieron utilizando una Macintosh LC que nadie usaba y estaba abandonada en la oficina. La Mac tenía instalado Adobe Illustrator 2, creo, y corría lentísima. Además de MacPaint. Los cursos no profundizaron mucho, pero me dieron una idea del potencial de las máquinas.
1992, mi primer contacto con Mac.

Por cierto, MISODI son las siglas de MI SOcio DIos.

Mi incursión de lleno al uso de las Macs se efectuó cuando en 1993 fui contratado como ilustrador en el periódico El Norte.

Mis primeras ilustraciones para El Norte fueron hechas en tinta sobre papel.
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Al principio sólo hacía mis ilustraciones a mano y alguien más se encargaba de escanearlas y retocarlas. Pero pronto me dieron quebrada y pude operar una maravillosa Macintosh II super recargada, que en ese entonces usaba mi jefe Sergio Aguirre, pero que había dejado de usar porque tenía otra con doble monitor. Para mí todo era mágico. Después usé una Quadra, en la que me desaté con Photoshop. Usábamos de Adobe, Illustrator versión 4 y Photoshop versión 2.5, que aún no tenía la capacidad de layers. En ese entonces eran las versiones más recientes. Era un privilegio para un chavo como yo a sus 19 años trabajar ahí.

Una de mis primeras ilustraciones para El Norte usando Adobe Illustrator.
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El Norte fue durante años el caldo de cultivo de grandes ilustradores regiomontanos, y la dinámica dentro de las oficinas propiciaba la excelencia y eficiencia. Después se salió Sergio Aguirre y el departamento de ilustración se quedó sin timón, hasta convertirse en lo que es ahorita. Lástima.

Me compré mi primera Mac en 1995, una Power PC 6100 que me vendió Willy de la entonces TERA Sistemas. Una gran computadora, sobreviviente de varios updates, que años después intercambié con todos los periféricos SCSI (miles de dólares invertidos) por mi primera cámara digital.


En este video sale mi legendaria Power PC 6100.

Meses después, cuando me salieron de El Norte, tuve la fortuna de conocer a Roy López, un gurú de las Macs. Mi gran amigo Roy es quien me ha mantenido actualizado y es gracias a quien he refrendado año con año mi preferencia por los productos de Apple.

Ahora cuento con una Mac Book Pro y edito videos con Final Cut Pro, uso los programas de Adobe con los que me inicié en el negocio de los gráficos por computadora y me encanta el Sistema OSX.

Las pocas veces que me he visto obligado a trabajar con una PC, me siento perdido, impotente, y me pregunto con lágrimas en los ojos porqué la gente sigue usando Windows.

Araceli, mi esposa es también fiel usuaria de Mac, después de haber trabajado toda su vida con Windows, sistema operativo que ahora le inspira una profunda hueva.

Aunque temo que, paradójicamente Steve Jobs se parece cada vez más al tirano que aparece en el comercial de televisión "1984", con el que Apple Computer lanzó al mercado la Macintosh, y yo cada vez me parezco más a los autómatas que aparecen en la misma joya de la publicidad dirigida por Ridley Scott, creo que el lanzamiento del IPhone será otro hito en la historia y nadie lo podrá evitar.


1984

De entrada, contrario al objetivo tradicional de la publicidad, creo que la intención de anunciar este prodigioso dispositivo desde ahora a pesar de que no se podrá adquirir sino hasta junio de 2007, es la de inmovilizar al consumidor. lograr que NO COMPRE. Que no gaste un centavo en toda la bola de teléfonos celulares, Palms, Blueberrys y demás chunches que quedaron obsoletos justo el día de ayer. No hasta que esté disponible el IPhone.

Steve Jobs en unos añitos más. Yo aparezco en la tercera fila de la derecha.



Y es exactamente lo que voy a hacer.

martes, enero 02, 2007

El teatro y yo

Para comenzar el año, miraré un poquito atrás compartiendo éstas páginas de mi diario que se remontan a mi adolescencia. Escribí esto en 2002 y transcribo íntegro y sin edición.



El teatro y yo

7 de diciembre de 2002

Creo que ya está cerca. Me refiero al momento en que agarre una cámara y me ponga a captar con ella imágenes que después, dispuestas de cierta manera, contarán una historia.

Buenas historias. Chistosas, entretenidas, pero también atrevidas y estrujantes.

Mientras llega ese momento, soy feliz de agarrar esta méndiga pluma BIC y escribir historias con ella. Pero sólo porque el momento está cerca.

Creo que esta historia que voy a contar ya la escribí. Pero la escribí tanto tiempo que ya no me acuerdo si la escribí o no. Además de todas formas, dudo que mis estimados (?) lectores (???) hayan tenido acceso a mis viejos diarios.

Y aunque así haya sido, y ya sepan la historia que les voy a contar, en esta ocasión la contaré con más enjundia, más dramatismo y quizás hasta más cosas inventadas, pues hace mucho que había escrito esta historia y mucho más de que ocurrió, porque es verídica niños.


Pastorela. Diciembre 1988
En la pastorela de la parroquia de la colonia, fui un humilde pastorcito mandilón.
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Corría el año de 1986 y era un día soleado. Yo estaba cantando, vocalizando en el grupo de coro de la secundaria. El grupo de coro de la Secundaria #4 Juan Aldama era el juguete preferido del director Ramiro, y para ello había conseguido, de no sé dónde a una maestra quesque muy buena, exigente y acá.

Al yo haber estado en la estudiantina de la Escuela Primaria María de Jesús Castaño Guerra durante tres años y gozado de las preferencias de la maestra (la ¡mmmhhh! aestra), pues ya le había agarrado un especial gusto a los escenarios.

Adoraba los aplausos de la gente y sentirme visto por chingos de muchedumbres enloquecidas por mí.

Pero la verdad es que la estudiantina de la primaria y el grupo de coro de la secundaria eran las opciones con las que yo contaba, mas no representaban mis verdaderas ambiciones.

Lo que en verdad quería era pertenecer a un grupo de teatro. porque una disciplina teatral era lo más cercano a hacer cine o televisión y que podía estar a mi alcance.

Pues resulta que ya bien entrados en los ensayos del grupo de coro, y con varias presentaciones en la puerta, la maestra decidió amenazarnos, con apoyo de la dirección de la escuela, con que si fallábamos en sus ensayos o de plano no íbamos al grupo de coro y sus actividades, nos expulsarían, no sólo de la secundaria, sino del estado y del país.

El miedo por la amenaza nos hizo cumplir con nuestros compromisos para con el grupo.

Amor sin Anestesia. Mayo 1990
Amor sin anestesia fue la segunda obra que escribí y dirigí. La primera fue El Primo, escrita durante mis tiempos de secundaria y la cual transcribiré posteriormente para este blog.
En Amor sin Anestesia aparezco como el achichincle de un cupido muy belicoso.

Click aquí para ver la versión en video de Amor sin Anestesia
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De repente apareció pegado en los salones un papelito que decía: "Grupo de teatro. Inscripciones sábado único día". En ese entonces yo no decía muchas maldiciones, pero debí haber exclamado para mis adentros algo así como "¡hijo de tu rebomba madre!"
Mi cuerpo se estremeció, el aliento se me fue. Sabía que tenía que estar ahí, el sábado a las 11 en el grupo 8, junto a la sala de maestros, donde era la biblioteca, más... sí, lo adivinaron. El sábado, justo a las 11am era un ensayo del grupo de coro, cada vez más importante.

Creo que perdí la conciencia en el lapso de ese día y más o menos cinco días después, el sábado, porque mi mente me lleva directo, omitiendo los hechos del ínterin. Quizás desaparecí o me convertí en un autómata, me apagué o simplemente sufrí un bloqueo mental, pero bueno, después iré con algún hipnotista que me lleve a ese momento perdido de mi memoria.

Ya es sábado, son las 11am, hora del ensayo de coro que amenaza con extenderse hasta la una de la tarde.

Yo tengo un lugar privilegiado en el grupo, la maestra gustaba de mi efusividad desbordada, que no necesariamente se traducía en un canto entonado, o afinado, o agradable. Supongo que mi gritería resultaba simpática por ser yo un chiquillo dientón, flaco y orejón, muy sonriente y que le echaba muuuchas ganas, alegría y galleta.

Además para amarrar mi lugar en el grupo, la muy mañosa me paró durante el ensayo detrás de Verónica Cecilia, deslumbrante chica de ojos azules, trenzas doradas y trasero mordisqueable, protagonista de mis primeras fantasías XXX

Pero no fue suficiente, no señor.

Mi decisión estaba tomada, me iba a brincar del grupo de coro al grupo de teatro, total, ambos pertenecen a la misma escuela y mi participación sería igual de valiosa. Con ésa lógica me dirigí a la maestra de coro, que se parecía a cualquier actriz de película de Pedro Infante, pero más llenita.

Al hacerle saber de forma respetuosa mis intenciones, ella, olvidándose de toda forma de cortesía me espetó una letanía apocalíptica, anunciándome el fin de mi existencia, de mi alma, y la pulverización de todo rastro mío sobre este planeta.

Sábado 11am, único día. Era lo que se repetía una y otra vez en mi cabeza.

Una obra inconclusa. 1991
Esta fue la tercera y última obra de teatro que escribí y dirigí. Aunque la producción se hizo en la Preparatoria #7 de la U.A.N.L., yo ya estudiaba en la Facultad de Artes Visuales de la U.A.N.L. Pero me gustaba seguir teniendo relación con el grupo de teatro de la prepa, el cual fundamos (ya platicaré de eso en mi blog, es una buena historia), además de sus chicas.
En Una obra inconclusa soy un gris reportero amarillista de la nota roja.
En la tercera imagen aparece mi madre apoyando a su polluelo desde las butacas.
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Regresé a mi pupitre. Pero no regresé caminando, no. No sé si alguno de los compañeros del grupo se dio cuenta, pero regresé a mi lugar levitando, fuera de mí, pues todo era dolor, que me arrancaba de la tierra y llenaba mis oídos de un contínuo acorde de órgano como de película del Santo.

Comenzó la práctica y escuché las voces de todos los demás. A todos los demás realmente les valía madre, no les importaba si la rola que entonaban salía bien, si su postura era de hueva, si su pinche voz sin ganas se mezclaba con la de los demás. la única persona emocionada era la maestra dirigiendo su gran coro, ganador seguro de muchas condecoraciones, medallas y diplomas por el simple hecho de que ella estaba ahí, al frente.

Yo permanecía en silencio, no por mucho tiempo. Pronto la maestra se dio cuenta de que algo faltaba, con el entrecejo fruncido, y un poco distraída de su manoteo que marcaba los tiempos, buscó entre el grupo.

Un ligero recorrido con la mirada y al momento detectó la ausencia de su gritón.

Detuvo el ensayo y me volvió a soltar no sé qué amenazas. Supongo que el color de mi piel era en ese momento de un rojo brasa, encendido. Con toda la sangre en la cabeza, hasta mis ojos debieron estar rojos de coraje, impotencia y tristeza.

Estaba a punto de reventar y comencé a cantar con los demás. Pero no como los demás. Ni siquiera como yo mismo, como tenía acostumbrada a la maestra que escuchaba siempre con agrado a su "arma secreta" (–¡púdrete Secundaria 10!–).

De mi boca comenzaron a salir gemidos, notas contaminadas, primero despacito, aún se confundían en la voz grupal, pero poco a poco, en la medida que mis ojos lanzaban, primero gotitas, luego líneas, luego chorros de lágrimas, éstos gemidos se convirtieron en berridos, lamentos fuertes, desgarradores.

Verónica Cecilia volteó para mostrarme sus ojos azules más abiertos que nunca –¿Qué te pasa, Saúl?

Quizás la imagen que vio la impactó de por vida. Mi cara era una mueca perturbadora, hilos de baba mielosa unían mis labios que se abrían para vociferar, mientras ya todos callaban, la canción más terrible que se haya tenido memoria.

Mis ojos no mostraban más que una ranura que, como manantial, emanaba incesante el jugo de mi frustración.

–¡Ya cállate!– Estalló la maestra, y esperó un poco a que me controlara. –¡Vete, no te quiero volver aquí, vete!–.

–¿Pero no me va a expulsar?– Pregunté entre desesperantes gemidos que extendieron la pregunta al doble de tiempo.

–¡No!, pero lárgate en este momento.

Mi cara brillos a de sudor y lágrimas se convirtió en una sonrisa.

–Adiós– Me despedí de Verónica Cecilia, y salí del salón del coro de la secundaria para cruzar el patio mientras me secaba las mejillas irritadas rumbo al grupo 8, junto a la sala de maestros, a las 11:15am.